Capítulo 19. Una promesa rota

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Max Harrison

Mi madre una vez me dijo: «Todo lo que hagas, sea bueno o malo, va a regresar a ti. Es por eso, hijo mío, que sin importar nada, debes ser bueno siempre». Pero... ¿Y si no es cierto? ¿Y si ninguna persona recibe lo que merece? Es decir, que haga el bien, no significa que la vida o quién sea, me va a tratar de igual manera. La vida es así, nunca nadie merece lo que se ha ganado en verdad.

No importa cuántos nos esforcemos por hacer lo correcto, no siempre vale la pena hacerlo. A veces solo hay que sentarse a observar y ver qué rayos sucede, sin interferir.

Me esfuerzo todos los días hasta quedar exhausto, no obstante, en un par de ocasiones... he llegado a replantearme todo.

El cielo ha cambiado su lindo color azul brillante, por un gris oscuro. Este día... parece prometer desgracias y llanto, dolor y sufrimiento. Veo que mi intención de aclarar y arreglar las cosas, terminará yéndose por borda.

Ellen lleva varios minutos con la cabeza agachada y la mirada perdida, no ha soltado ni una palabra. Yo, estoy igual, tampoco he dicho nada. ¿Qué podría decir? Es como si ambos supiésemos lo que va a pasar y únicamente estamos alargando el momento.

— Lo siento mucho.

Su cabeza se gira en mi dirección, sus ojos están rojos e hinchados.

— Solo dime por qué.

Ella traga saliva y desvía la mirada.

— No lo sé. Fue algo que se dio y ya.

— Te di todo de mí, Ellen. Y tal vez para ti no fue mucho, ya que no puedo darte los lujos que mereces, pero te di todo lo que estuvo a mi alcance. Incluso moriría por ti.

— No sabes cuánto lo agradezco, Max. Y no necesité que me dieras lujos para quererte, pero...

— Pero no soy él.

Ella me miró con... ¿Lástima? Supongo.

— Max...

— Ese beso... lo ansiabas hace mucho, ¿no es así?

— Sí.

Mi corazón ardió de dolor, me sumergí en una frustración irremediable, ya que era consiente de que no podía modificar los sentimientos que Ellen tenía por él.

Y por mucho que intentara ser todo lo que ella necesitaba, nunca iba a ser lo suficiente como para remplazarlo a él. Aunque no me apetece ser el remplazo de nadie.

— ¿Por qué no fui suficiente? — susurré.

— ¿Quién ha dicho que no eres suficiente, Max? — Ellen arrugó las cejas.

— Tú — solté, mirándola fríamente —. Con tus acciones. Te has encargado de hacerme sentir como la peor mierda. ¿Tienes idea de cómo me sentí cuando vi esa foto? ¿De lo que pensé? ¡Me sentí horrible! ¡Me culpo a mí para no tener que culparte a ti, Ellen!

— No te pedí que hicieras eso, ademas...

— ¿Además qué? — la interrumpí—. ¿Vas a justificarte? ¿Vas a decirme que no tienes nada que ver con el hecho de que yo me sienta así? Y tal vez tengas razón, y yo soy un idiota que llegó a depender emocionalmente de ti. Pero no más. Ya no más.

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora