Capítulo 42. Alguien especial

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Adam Hansley

Iluso.

Eso es lo que eres.

No lo soy.

No trates de tapar el sol con un dedo.

Tienes razón, bueno, tengo razón. Agh, maldita conciencia más entrometida.

No debería haber supuesto que el tiempo la haría extrañarme. Soy tan patético por amar a alguien que no sabe lo que quiere. Intenté demasiado entenderla, pero... no lo hice. Le di vueltas al asunto una y otra vez, pero siempre llegaba a la misma conclusión: Ellen no me ama y no soy parte de su lista de prioridades.

Quizá debería soltarla. Dejar el recuerdo de lo que fuimos en el pasado, porque ahí es donde pertenece. Ellen siguió su camino y yo el mío, sin embargo, descubrí que mi camino solo me lleva a un lugar, sí, me lleva a ella. Ellen es mi lugar, mi refugio, mi hogar. En pocas palabras, ella es todo para mí.

Necesito verla, hablarle, cuestionarle muchas cosas, abrazarla hasta que mis brazos se acalambren, en fin, necesito decirle lo mucho que la he extrañado. No quiero verme como un idiota que no respeta el espacio de la otra persona, pero ahora mismo tengo unas ganas inmensas de buscarla.

— ¿No extrañas el club?

Gabriel se sienta en el sofá de enfrente, cansado.

— Un poco, pero necesitaba el dinero. Mi viejo me canceló todas las tarjetas por seis meses, a modo de castigo.

He tenido algunos roces con mi padre, y todo por diferencias de opinión.

— Sí, recuerdo muy bien que me lo dijiste. ¿Y para qué era que necesitabas esa cantidad tan alta de dinero?

— Para...

Mi celular comienza a sonar, lo saco de mi bolsillo y contesto la llamada.

— ¿Hola?

— ¡Cariño! Pensé que no ibas a atender mi llamada.

— ¿Disculpa, quién eres?

— Soy yo, Vicky, el amor de tu vida.

— En primer lugar, no eres el amor de mi vida. Y segundo, ¿qué quieres? ¿Para qué me llamas, eh? — pregunto, levantando una ceja.

— Qué frío el tono que usas conmigo, cariño. Me rompes el corazón.

— Y tú mis tímpanos — murmuro.

— ¿Qué dijiste, cariño?

— Nada. ¿Qué pasó? ¿Cuál es el motivo de tu repentina llamada?

— Cariño, vine con mi hermana de vacaciones, y... pensé... que sería bueno que nos encontráramos, no sé, ¿qué dices?

— ¿Estás en Londres?

— Sí, desde hace unas horas. ¿Quieres que nos veamos, cariño?

— No me llames así.

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora