Capítulo 23. Una tortura mental

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Adam Hansley

Ahí está ella. Radiante. Feliz. Riendo a carcajadas con ese chico. Lo presentó como su amigo, pero ¿qué tan cierto es eso por parte de él? Después de todo, Max también fue amigo primero y luego... ya sabemos.

— Disimula un poco al menos — me dice Iván, tomando un tarro de mantequilla de maní de la repisa.

Iván y yo estábamos en la cocina, tostando pan y buscando las mermeladas. Aunque Iván las encontró fácilmente. Sin esfuerzo, podía obsérvalos desde donde yo estaba.

— ¿Crees que a él le guste? — pregunté, ignorando el hecho de que Iván era cercano a Max y por ende estaría de su lado, pero eso a mí no me importaba.

— No — negó con la cabeza —. No la ve de esa forma.

— ¿Qué forma? — volví mi cabeza hacia Iván.

— De la misma forma en la que tú la miras a ella — se encogió de hombros —. Aunque no sé de qué te preocupas, si ella está pillada por ti.

Fruncí el ceño.

— Max me contó — aclaró.

Así que ya no es un secreto, aunque nunca lo fue, a decir verdad.

— De todos modos no importa ya — suspiré, el sonido del tostador me indicó que las últimas tostadas estaban listas.

— Invítala a salir — sugiere.

— En definitiva, no pienso hacer eso.

— Pero...

— He dicho que no, Iván. No insistas.

Él asintió de mala gana.

Puse todas las tostadas en un plato grande, lo agarré y me fui directo para la habitación de juegos. Cuando pasé cerca de Ellen ni siquiera la miré. Iván tomó la mermelada y la crema de leche, y me siguió.

— Sí, sí, a las ocho tendrás mi parte del trabajo, Joaquín — habla Gabriel por llamada —. No, no se me va a olvidar. Vale, bye.

Cuelga y se vuelve a sentar en el sillón, frustrado.

— ¿No has hecho tus tareas? — pregunto, divertido.

— Solo me falta una. Y es un trabajo de mercadotecnia. No lo he terminado porque papá me ha tenido ocupado con asuntos de la empresa. De hecho, ya casi termino, solo me falta agregar unos datos y listo.

— Necesito ese optimismo tuyo.

— No es optimismo.

— Entonces, ¿qué es?

— Ni idea.

— Eres un tonto, Gabriel.

— Tú también eres un tonto, Adam.

— Somos dos tontos felices.

Negué con la cabeza, sonriendo, divertido.

— ¿Por qué estás tan callado, Iván? — le pregunta Gabriel.

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora