Capítulo 33. ¿Está muerto?

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Adam Hansley

Ellen me aseguró que bajaría en cinco minutos, explicó que solo iría por su bolsa y otras pertenencias a la habitación, pero ya pasaron diez minutos y no aparece.

No sé por qué tarda tanto, pero de igual forma voy a subir y ver qué pasa. No es normal que tarde tanto, menos cuando solo va a recoger sus cosas, diferente sería si fuese a vestirse o maquillarse.

Crucé por varios pasillos hasta llegar a la habitación número 27, sin embargo, no había nadie. La habitación estaba totalmente desordenada, los tacones de Ellen tirados en el piso, el espejo roto, las sillas patas arriba, y había sangre en el piso. Eso me alarmó instantáneamente, por lo que revisé el baño, el armario por si se le ocurría esconderse de algo o alguien, pero nada. Todo estaba vacío.

Mi corazón comenzó a bombear sangre a toda velocidad, hasta podía sentir cómo se colaba por mi garganta buscando una salida. Tragué grueso, no podía ni respirar.

Tengo miedo, ¿y si le pasó algo?

No, ella está bien, tiene que estar bien.

Saqué mi celular y le envié un mensaje a Gabriel, el hotel era enorme pero con su ayuda todo sería menos difícil y encontraríamos a Ellen más fácilmente.

No me respondió, pero al menos miró el mensaje. Espero no esté borracho hasta el culo. Lo conozco como para saber que cabe la posibilidad de que sí lo esté.

Salgo corriendo de la habitación y regreso al salón con la esperanza de que esté ahí, esperándome, pero una ola de decepción me aplasta luego de ver que ella no está aquí.

Voy a la cocina con la ilusión de verla comiendo y chismeando con los chefs, pero tampoco está ahí. El pánico, la angustia y la impotencia se calan en mi ser intentando adueñarse de mí, pero no lo permito.

Pienso, pienso y pienso en dónde podría estar. Reviso en el estacionamiento, y nada. En la entrada, y ni sus luces. ¡Carajo!, ¿dónde estás, Ellen? Dame una señal, solo una y prometo encontrarte.

Me detengo tras ver una gota de sangre derramada en el piso, observo bien y son varias, todas ellas apuntan hacia una puerta pequeña que me conduce a un callejón, uno que, por cierto, es muy solitario.

Cuando abro la puerta, el frío viento me acaricia, las bocinas de los autos chillan tan alto que es un sonido insoportable. Al parecer, un estúpido chocó contra un taxi. Pero eso me tiene sin cuidado, de eso ya se encargará la policía, no yo. Mi prioridad ahora es encontrar a Ellen.

Me meto a lo más profundo del callejón y lo que veo me deja sin palabras.

— ¿Ellen? — me acerco a la figura de una persona, que está agachada con la cabeza apoyada en las rodillas. No puedo distinguirla bien por la oscuridad.

— ¡Adam!

Ella corre hacia mí, me abraza y se aferra con todas sus fuerzas.

— ¿Estás bien? ¿Qué pasó?

— Estoy bien. ¡Gracias a cielo que estás aquí!

Inmediatamente, me congelo cuando veo a un hombre tirado en el suelo, que está bañado en sangre. ¿Está muerto? Miro a Ellen y su ropa también está manchada de sangre, pero ella no está herida, por lo que deduzco que la sangre que lleva en su ropa es de este hombre y no suya.

— ¿Quién es este hombre, Ellen?

— Es... mi acosador.

— ¿Este mal nacido es tu acosador?

— Sí, él es.

La ira se apodera de mi pequeña parte racional, dejando de lado mi razón. Lo miro con asco y desprecio, se lo merece el muy hijo de puta. ¿Cómo se le ocurre acosar a mi chica?

Inocente Obsesión © #2 [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora