Capítulo 30: En negro

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Su semblante no cambió ni por un segundo. Mantuvo su característico semblante a escasos centímetros de mí, su mano se deslizó por mi abdomen como si tratara de hacer un viaje de no retorno. Su respiración golpeaba la mía, convirtiéndose así en un sin fin de tormentas que asustarían a cualquier marinero en aguas bravas.

Mi mirada siguió fija en ella, con miedo a que, en algún movimiento, la escena se convirtiera en un baño lleno de sangre. Pero, ¿qué podía pasar? Ella misma había admitido, minutos atrás, que no había perdido el tiempo conmigo. Entonces, ¿por qué mi corazón iba a mil por hora y parecía que se me escaparía en cualquier segundo?

"¿Cómo alguien como tú, acaba con dos vampiras tan sádicas como lo son ellas?" Su reciente pregunta golpeó mi pecho como una bala de recordatorio.

Su pregunta me pudo dar dos clases de información. La primera era que ya se conocían de algo, de algún lugar, de algún tiempo pasado, de lo que sea, pero se conocían. Y la segunda me logró llevar a una pregunta; ¿qué clase de relación tenían?

Lógicamente se conocían, pero el comentario de Hilaria, de unas horas atrás, indicaba que se conocían de una forma muy fuera de cazadora-vampira.

"- No abrirá la boca ni aunque le obligues. Siempre ha sido... callada en ese tipo de cosas.

- ¿Callada?

- Podría decirse así, si."

Las tres se conocían de algo... de algo íntimo y no pararía en encontrar un porqué o un cómo.

- ¿Y bien?-arqueó una ceja en busca de una respuesta.-¿Por qué?-contuve su mano en mi abdomen antes de que siguiera bajando mas.

- No creo que seas capaz de comprenderlo.

- Sorpréndeme.-sus labios, a escasos milímetros, rozaron los míos.-O ni siquiera sabes porque.-sonrió de lado y lanzó una carcajada que logró inundar toda la habitación.-No lo sabes.

- No caeré en tus estúpidos juegos, Arcadia.-sus ojos se volvieron negros.-Será mejor que me vaya.-intenté moverme pero su figura me lo impidió.

- Creía que nos estábamos divirtiendo.-me encaró.

- ¿Crees que un baño de espuma y diversas preguntas me divierten? Estás muy equivocada.-le aseguré.-Ahora, apartarte.-al instante soltó otra carcajada.

- ¿Quieres que me levante?-preguntó sin poder dejar de reír.-¿En serio?-se mordió el labio inferior, haciéndome imposible que bajara la mirada hacia esa zona.-¿Estás segura?

- Quiero que te alejes.-le corregí.

- ¿Eso es lo que quieres de verdad?-no le contesté, pero solté la mano que le impedía tocarme.-Vale, lo que tu quieras.-y sin más, volvió a la otra pared de la bañera como si nada hubiese pasado.

- Gracias. No ha sido tan difícil, ¿verdad?-alcancé una toalla antes de salir de la acalorada agua.

Por sorprendente que me pareciese, Arcadia deslizó su mirada desde la bañera hasta la ventana.

- Deberías divertirte más, Maia Rossi.-pronunció aún con la vista clavada en la ciudad.-No creas que me he olvidado de mi pregunta.

- ¿Para qué quieres saberlo?-pregunté empezando a colocarme la ropa.

- Porque quiero saber como se siente.-declaró y por primera vez pude sentir como su voz no sonaba tan rígida como de costumbre.

- ¿Estar con alguien?-pregunté confundida.

- No, quiero saber como se siente que a ti te guste alguien. Alguien que no es bueno, ni lo será por mucho que te lo prometa.

- ¿Por qué parece que os conocéis?-jugué mi carta bajo la manga.

HematófagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora