Capítulo 23: Una supuesta mordida

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-Bueno, ¿qué te parece?-preguntaron a mi costado.

No le contesté enseguida. ¿Cómo iba a hacerlo? Ante mí, se encontraba el castillo más grande que había visto en mi vida. Era toda una obra arquitectónica; las paredes crecían alrededor de un foso lleno de agua estancada, el color gris le daba aires de misterio y de terror a la vez. ¿Y cómo no? En ese mismo sitió vivía una de las vampiras más peligrosas del planeta Tierra.

-Es...-me quedé pensativa.-...hermoso.

-Gracias, lo mandé construir yo misma.-claro que si.-¿Entramos?

-Si, necesito un trago.-afirmó Hilaria.-El viaje ha sido demasiado incómodo.-miró a sus padres, quienes estaban con los de Victoria. Ninguno de ellos se había atrevido a decir una palabra durante todo el viaje en coche. "Había sido una completa tortura". Para colmo Lucy había decidido quedarse en el castillo de Hilaria, por si acaso Thomas llegaba y que pudiera saber dónde estaba.

Daba gracias a que Thomas se hubiera ido hasta la central para cuidar a David, no me perdonaría que le pasara algo malo. Como él me había dicho: "Bajo mi cadáver le pasa algo".

-Vamos.-antes de decir algo, me vi empujada en forma de caricia por una de las manos de Victoria.

No me quejé por lo que dejó su mano en mi espalda durante todo el trayecto hasta la puerta principal. De vez en cuando, subía y bajaba su mano. Sabía lo que yo estaba pensando, al igual que sabía que estaba nerviosa.

-No tienes porque preocuparte.-susurró en mi oído.-Folke no vendrá hoy.-la miré asegurándome de que no mintiera.

-¿Y tus empleados?-pregunte levantando una ceja.-Te recuerdo que odiabas a los humanos y no me creo que tus empleados no lo hicieran.-miré de reojo a los dos guardias que se encontraban custodiando la entrada principal.

-Los odian, si.-afirmó una vez dentro. Puse los ojos como platos al encontrarme con el interior del edificio. Todo era hermoso.-Pero saben que si te ponen una mano encima, se las tendrán que ver contigo y con nosotras.-aseguró.

-Tenemos un problema.-Hilaria salió por una puerta con una vaso de lo que parecía alcohol en sus manos.-No hay comida humana.

-Mierda.-susurró Victoria.

-No pasa nada.-aseguré caminando hasta el centro de la sala para apreciar la tela de araña como lámpara.-Estoy acostumbrada a pasar días sin comer.-me giré encontrándome con sus miradas.-¿Qué?

-¿Has estado...

-¿Y esas caras?-apareció de la nada la madre de Hilaria, Isabelle.

-No hay comida para Maia.-le contestó Victoria sin dejar de mirarme.

-No os preocupéis.-soltó una pequeña risilla.-Llené el coche de comida antes de partir.-se acercó hasta mi.-Le acabo de pedir a uno de tus guardias que vaya a por ella.

-Gracias.-susurré bajando la cabeza.

-Tranquila cariño.-apretó uno de mis hombros.-Seguro que estás cansada. Chicas, ¿por qué no le enseñáis su habitación?

-Claro.-Victoria camino hasta a mi.-¿Vamos?-señaló unas grandes escaleras.

-Si.-le seguí el paso, con Hilaria por detrás.-Nos vemos luego.-me despedí de su madre.

"¿Por qué estaban tan raras?"

-La madre de Hilaria quiere asegurarse de que no envenenan tu comida.-tragué en seco ante el comentario de Victoria.

-Solo es por si acaso, tranquila.-Hilaria acarició mi espalda.-Estarás en mi antigua habitación.-abrió la puerta que se encontraba a nuestra izquierda.

Entrecerré los ojos ante lo que estaba viendo; una cama enorme con sábanas de seda roja, un sofá aterciopelado a sus pies, un ventanal enorme que parecía ser el protagonista de la habitación. Me acerque hasta él, sonríe encontrándome con las vistas del enorme bosque verde que crecía ante los pies del castillo.

-¿Y tú?-me giré a verla alarmada, dándome cuenta de lo que había dicho.-No tienes porque cambiarte de habitación.

-Estaré en la de Victoria.-deje de mirarla para sonreír internamente. "Lo sabía".

Después de eso todo se quedó en silencio. Yo admiraba todo a mi alrededor; las paredes, el suelo, la decoración, las vidrieras hermosas. Ellas...se miraban de vez en cuando como dos jóvenes enamoradas.

Sabía que su relación era difícil y más después de lo que Hilaria me confesó ese día en el bosque, pero parecía como si hubieran olvidado todo y se centraran en el ahora. Su familia parecía contenta por ellas, y como no, si con eso significaba que años de disputas acabarían.

"La sangre de un compañero puede calmarte en muchos sentidos". A mis recuerdos llegó el comentario de Lucy. No tuve la oportunidad de preguntarle y sabía que ella no quería que le preguntara.

Solo agradecía que Hilaria hubiera podido calmarla, porque se de sobra que Folke no hubiera acabado muy bien hacía unas horas.

No paraba de preguntarme cómo Folke le tenía tanto odio a los humanos. ¿Sería como Victoria? Y eso me llevó a otra pregunta. ¿Por qué Victoria e Hilaria le tenían tanto odio a los de mi especie?

-El baño está en esa puerta.-Hilaria logró sacarme de mis pensamientos.-Si nos necesitas, estaremos en la habitación de enfrente.-ambas caminaron hasta la puerta.

-Nos vemos luego.-susurró Victoria apenada. Había leído mis pensamientos.

Cerraron la puerta sin decir algo más y yo me quedé sumida en un silenció tan tétrico que tuve que meterme en la ducha para que por lo menos el sonido del agua pusiera fin a mis pensamientos.

Las finas sábanas de seda recorrieron mi piel en cuanto me tumbé en ellas. El pelo mojado sumado a la suave tela de la ropa de dormir que había encontrado en el armario, no tardaron en llevarme a un sueño que necesitaba hacía ya mucho tiempo.

Un fuerte ruido provocó que abriera los ojos de golpe.

-Hola.-susurraron en mi oreja haciendo que me girara.-¿Qué tal?-sonrió fríamente.

-¿Qu...qué haces aquí?-pregunté horrorizada, intentando salir de la cama, pero sus fuertes manos ya me tenían agarrada de la cintura.

-¿Creías que la amenaza de mi hermana podría conmigo?-apretó su agarre.-Déjame decirte que tan solo ha empeorado la situación.-un solo movimiento y él ya estaba encima de mi cuerpo mirándome con una sonrisa.-Ahora esto se ha convertido en un juego demasiado...-acercó su rostro a mi cuello.-...caliente.

-Déjame.-intenté quitarlo de encima.-Eres un idiota.-agarró mis manos y las colocó encima de mi cabeza, impidiendo poder moverme.

-Dime Maia.-olisqueó mi cuello.-¿Hilaria ya te ha mordido?-no le contesté.-¿Y mi hermana?-seguí sin decir nada.-Oh, ya veo.-sentí como sonrió en mi cuello.-No me imagino lo que sentirán cuando descubran que yo he probado tu sangre primero.-su lengua arañó mi piel.-Pero lástima la tuya, que no estarás viva para verlo.-un dolor inhumano recorrió mi cuerpo en cuanto sus colmillos se hincaron en mi piel.

-¡Ahh!-grité de dolor.-¡Déjame!-intenté luchar, pero sus colmillos siguieron clavándose aún más.-¡Suéltame!

-¡Maia!-un gritó me obligó a abrir los ojos.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez. Mi corazón latía con fuerza. Y una capa, notable, de sudor recorría todo mi cuerpo.

¿Lo primero que vi? Las caras de Hilaria y Victoria llenas de preocupación. No lo pensé dos veces y me lancé hacia ellas, abrazándolas por completo.

-¿Qué ha pasado?-preguntó Hilaria mientras me acariciaban la espalda.

-Folke.-ambas se pusieron tensas.

-Tranquila, solo ha sido una pesadilla.-aseguró Victoria apretando el agarre.-Shh, tranquila.

-M...me mordía.-afirmé con lagrimas en los ojos.

-Eso nunca pasará.-aseguraron a la vez.-Bajo nuestro cadáver.

¿Y acaso sería cierto?







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