Capítulo 22: La sangre puede hacer cualquier cosa.

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-Buenos días.-abrí los ojos de golpe preparada para cualquier cosa.-Buenos días.-volvió a repetir la madre de Hilaria al ver como me incorporaba en la cama.-Vamos sal de la cama.-se dirigió hasta una de las cortinas. ¿Va a hacer lo que creo que va a hacer?-Hace un día hermoso.-no sé si eso era lo más hermoso, pero si que el sol no estaba presente. ¿Así era como les gustaban los días? ¿Deprimentes? ¿Tristes?

-¿Está lloviendo?-pregunté con la voz áspera.

-Vaya, esa garganta no parece estar en buen estado.-ladeó la cabeza con pena.-Le diremos a Lucy que luego te examine.

-Gracias.-le dije no muy segura.

-Y no, no está lloviendo, pero...-acarició las cortinas con suavidad.-...pronto lo hará.

-¿Cómo lo sabe?

-Oh cariño.-en un abrir y cerrar de ojos ya estaba sentada a mi lado.-No hace falta que me trates de usted.-dirigió su mano hasta mi mejilla.-También puedes llamarme Isabelle, ahora somos familia.

-De...de acuerdo.-tartamudeé al notar como dejaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

-Tienes un pelo hermoso.-sonrió de lado.-Podría llegar a envidiarlo. ¿Eres pelirroja natural?

-S_si.

-Que hermosa sorpresa.-se levantó de un salto.-Vamos, nos están esperando.

-¿Quiénes?-pregunté confundida levantándome de la cama.

-¿Quiénes van a ser?-soltó una pequeña carcajada.-Todos. Tenemos que desayunar para coger fuerzas.

-¿Para qué?

-Te gusta hacer preguntas, eh. Haremos una pequeña...excursión.-abrió la puerta de la habitación dejándome confundida.-Te espero afuera para que te cambies. ¡Date prisa!

-Pero...-ni siquiera me dio tiempo a recriminarle algo, ella ya había cerrado la puerta con rapidez.

¿Excursión? ¿Qué demonios? ¿Dónde estaban Hilaria y Victoria cuando se les necesitaba?

Isabelle había logrado dejar un aroma demasiado atrayente por toda la habitación. ¿Qué fragancia utilizaría? ¿Acaso era porque ella misma era un vampiro? Había oído rumores de que los vampiros podían encandilarte por su propia naturaleza. ¿Pero el olor? Eso era una locura extrema.

Mis botas estaban desgastadas del último asalto, pero eran las más cómodas de este lugar. No me iba a poner unos tacones para ir de excursión y menos si hay posibilidades de que tenga que correr por mi vida.

-¿Ya estás lista?-preguntó Isabelle una vez había abierto la puerta para salir.

-Eso creo.

-Bien, vamos.-me sorprendí al notar cómo entrelazaba nuestros brazos.-El tiempo amerita una buena excursión.

-¿Cómo sabes eso?

-Oh, perdona querida. No te he contestado antes.-apretó mi mano en forma de disculpa.-Tengo el pequeño don de saber cómo va a actuar el tiempo en cada momento.

-No me parece pequeño.-me miró de reojo en cuanto entramos por la puerta del comedor.

-Me caes muy bien.-susurró mientras se deshacía de nuestro agarre.-Buenos días, queridos.

-Buenos días.-le saludaron todos, los cuales ya estaban en la mesa esperándonos.

-Sentémonos.-volvió a susurrar empujándome con delicadeza hacia Hilaria y Victoria, quienes me guardaban un sitió entre ellas.

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