Capítulo 28: ¿Un posible infiltrado?

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¿Alguna vez había sentido algo así? No.

¿Me gustaba? Claro que me gustaba.

Los brazos de Hilaria me rodearon por la cintura mientras su lengua se colocaba entre mis labios. Victoria interpuso sus manos en mis caderas y con una fuerza inexplicable, me subió encima del respaldo del sofá. El agarre en mis muslos se intensificó, provocando un gemido por mi parte.

– De...deberíamos parar.-susurre cuando logré separar mis labios de los de Hilaria.

Las miré nerviosa por sus reacciones. Pero ni siquiera se molestaron; Victoria dejó de tomarme por la cintura e Hilaria dio un paso hacia atrás para dejarme espacio para descender del sofá.

No, no me esperaba esas reacciones. Llevábamos besándonos desde hacía minutos y hasta a mi me había costado separarme. En cambio ellas...parecían tener más autocontrol que yo misma.

– Claro.-Hilaria se irguió en su sitio y colocó sus manos por detrás de su espalda, como siempre solía hacer.-Debe de ser la hora de la comida.

– Si, me muero de hambre.-mentí. Claramente que se me había pasado el hambre con todo lo ocurrido, pero eso era lo que menos me preocupaba. "¿Y si... "

– ¿Qué te preocupa?-miré apenada a Victoria, quien al darse cuenta cesó de hablar.-Perdona, me ha salido solo.

– No pasa nada.-le acaricié parte de su hombro izquierdo.

– ¿Vamos a...-unos golpes en la puerta interrumpieron a Hilaria.-¿Si?

La puerta se abrió dejando ver al encargado de servir los platos a la hora de comer.

– La comida está servida, mis señoras.-bajó la cabeza en cuanto me vió.

Victoria rápidamente se interpuso entre mí y aquel hombre que parecía indefenso, logrando que sacara mi más sincera confusión. Hilaria se dió cuenta de aquello; en un abrir y cerrar de ojos, ya estaba al lado del hombre.

– Gracias, ahora iremos.-le agradeció en un susurro.

– ¿Estás bien?-Victoria se giró a verme de golpe. Sus ojos exclamaban preocupación.-Contéstame, por favor.

– Si, claro.-entrecerré los ojos.-¿Qué pasa?

– Ese hombre.-Hilaria cerró la puerta tras de si.-Ha olido tu olor.

– Mi olor.-afirmé confusa.-¿Mi olor?

Llevaba en el castillo innumerables días, nunca me habían dicho eso. "Mi olor". Ese hombre nunca había tenido problemas conmigo, nunca.

– Ehh.-Hilaria se quedó sin palabras.-Victoria.-le llamó suplicante.

– Si.-Victoria pareció pensárselo varias veces.-Digamos que puede oler tu...excitación.

Mi cara debió de verse lo más roja posible, porque un calor infrahumano me recorrió por completo todo el cuerpo.

– ¿Qué?-fue lo único que logré sacar por mi boca.

– Tranquila.-Victoria intentó calmarme.-Hilaria ya le ha puesto en su sitio.

– Si, todo está bien.

– ¿Me estáis diciendo que este castillo está lleno de vampiros que pueden saber si...-me quedé callada incapaz de seguir.-¿Y que todo está bien?

Ambas se quedaron en silencio. Tragué en seco incomoda. Estaba incómoda, claro que lo estaba. ¿Y cómo no estarlo cuando hay vampiros que saben que tú misma estás excitada? ¿Cómo? ¿Ellas no olían a ello? Oh dios mío, ¿ellas no lo estaban?

HematófagaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora