¡Lupin Black!

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—¡Lupin!— gritó McGonnagall.

Teddy retuvo una carcajada mientras corría por los pasillos ojeando el Mapa del Merodeador, chocó con algunos chicos y por fin pudo esconderse en un pasadizo.

—¿No te cansas de esto?— preguntó Scorpius, quién lo siguió caminando.—A papá le molesta que te castiguen mucho apenas en las primeras semanas de clases.

—Pero papá me dijo que disfrutara mi juventud— contraatacó a su hermano.

—No hablamos de los mismos papás, idiota.

—Lo sé.

—¿Entonces? ¿te quedarás aquí?

—Aún tengo una clase por ver, podría llegar si camino y cruzo hacia la derecha, las mazmorras no quedan muy lejos.

—En fin, te terminarán castigando tarde o temprano... ¿por qué lo hiciste ésta vez?

—Se metieron con Rose— explicó el peliazul.—No podía dejarlo así nada más.

—¿Ella... te gusta?— preguntó con una sonrisa el rubio.

—¿Estás loco? Claro que no, ¿por qué preguntas?

—¡No lo sé! Solo me dió curiosidad.

—Mocoso curioso ¿cuántos años tienes? ¿Once? ¿no deberías estar estudiando como niño nuevo?

—Estúpido, tengo trece.

—En fin, eso sería muy extraño. Rose es mi mejor amiga, crecimos juntos, como tú y Albus o James y yo— habló Teddy rápidamente.—Somos familia. Eso sería...

—Imposible.

Asintió ante lo dicho por su hermano.—Me voy a clases, tu también deberías ir como niño bueno.

—Ya vete.

Teddy chocó los cinco con su hermano y emprendió su camino hacia las mazmorras sintiendo la palabra martillar su cerebro.

Imposible.

Claro que era imposible, eran como hermanos y además, a Victoire le gustaba James. No podía competir contra una chica educada, inteligente y hermosa con sangre Vella.

No podía sorprenderse si ya se habían besado.

—¡Edward Lupin Black!— escuchó que lo llamaban al cruzar la esquina hacia las mazmorras.—A mi oficina, ahora.

¡Mierdaaaaaaaaaaaa!

Luego de subir las escaleras, se sentó frente al escritorio de la directora Minerva, quién le miró cansada y curiosa, aunque también enojada.

—¿Quieres explicarme por qué... hiciste lo que hiciste?

Teddy sonrió de medio lado al ver que nisiquera la directora estaba dispuesta a decir lo que hizo.

—¿Por qué hice que?— preguntó cruzando de brazos y apoyando su espalda al respaldar de la silla.—No entiendo de qué me habla.

—Black tenía que ser— murmuró Minerva en un suspiro.—¿Por qué incendiaste los pantalones de Bletchley? ¿Por diversión?

—Se lo merecía.

Minerva se quedó esperando una explicación, pero el peliazul continuaba observándola. La mujer pudo notar que el chico tenía los ojos de color rojo, el color que tenía inconscientemente cuando estaba enojado.

—¿Por qué estás enojado?

—No le dirá a nadie ¿cierto?— habló Teddy apunto de confesar su crimen.—Bletchley acosó a Rose, no pude dejarlo impune.

—¿Qué hizo exactamente?— preguntó sacando su pergamino y su pluma.

—¡El muy hijo de su mamá la besó!— gritó enojado.—Mejor dicho, obligó a Rose a besarlo. Ese muy cínico cree que puede besar a quien quiera ¡eso es acoso sexual!

Minerva asentía escuchándolo atentamente, Teddy ya caminaba por toda la oficina sin parar de hablar.—Ella no quiso decirlo por vergüenza ¿puede creerlo, Directora? Tenía vergüenza por no hacer nada ¡estaba aterrorizada y quedó congelada del pánico! Y está avergonzada. El avergonzado debe ser ese Bletchley por aprovecharse de las mujeres solo por su condición de ser "hombre" y unos años mayor que ellas.

—¿Cómo está Rose?

—Estará bien porque no volverá a suceder. Mi mejor amiga es capaz de todo, pero eso no me impide vengarme. Ahora que lo pienso, quemar sus pantalones no es suficiente.

—Es suficiente, te lo aseguro— habló la directora quitándose sus lentes.—Para la próxima ven a mi directamente y resolveremos el problema, no hace falta vengarte. Ya lo resolveré con sus padres.

Teddy apretó sus manos enterrando las uñas en sus palmas, contuvo un grito de enojo y asintió.

—Ya puedes retirarte.

El peliazul suspiró mientras caminaba hacia la salida, estaba a punto de cerrar la puerta.

—También... veinte puntos para Gryffinfor.

Sonrió inconscientemente cerrando la puerta, bajó los escalones y al final se encontró a James, quien sonrió al verlo.

—¿Te castigaron?

—Si te soy sincero, fue horrible— dramatizó abrazando sus hombros.—Me azotaban mientras tenía que limpiar toda la oficina, incluso los cuadros se reían de mi.

—No te pasó nada.

—Nah, siempre hago todo por una razón.

—Vamos a clases, después tenemos práctica de quidditch.

—Te patearé el trasero, Gryffindor inútil.

—También eres un Gryffindor inútil.

—¡Hey! Claro que no, seré de todo menos inútil...

Ninguno lo notó, pero los ojos de Teddy cambiaron a color azul claro. Era parecido al mismo color de los ojos de James.

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