Ternura

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—Espera que termine.

—... ay, no tan fuerte, se suave.

—Tranquilízate.

—Sí, así...

Teddy terminó de limpiar la herida en la mano de su mejor amiga y botó los pañuelos llenos de sangre.

—Que animal eres, espero no quieras ser medimago.

—Deja de quejarte, soy el único ayudándote. Ni siquiera Hugo está aquí.

—No creo que sepa lo que pasó.

—A ti siempre te pasan unas cosas— se quejó el peliazul agregando el bálsamo y vendando.—Atraes mala suerte o te han echado mal de ojo.

Un toque en la puerta los distrajo. Era James.

—Hola Jaime.

—¿Cómo estás, Rose? Hugo me dijo que te habías caído en la práctica de quidditch.

—Entonces, no siempre está tan distraído. Estoy bien James.

—Soy un gran médico, eh.

El chico con cabello marrón asintió desviando la mirada.

—Yo ya me voy a mí habitación, adiós chicos.

—Adiós bella.

Rose salió del lugar, James descolgó su mochila dejándola sobre su cama y quitándose los zapatos.

—¿Sabías que cuando agregamos agua oxigenada a una herida se vuelve espuma porque ocurre una reacción química, porque la catalasa descompone el hidrógeno en el tejido?— comentó Teddy guardando su botiquín de primeros auxilios.

—... ¿por qué no fue a la enfermería?

El peliazul frunció el ceño confundido.

—Rose pensó que era mejor hacerlo por si misma, ya sabes que Madame Pomfrey escribe todos los casos y los archiva. No quiere que la tía Hermione sepa.

—Um, sí.

—¿Y qué tal te fue en el club de lectura?

—Bien.

Teddy estaba muy confundido.

—¿Qué leyeron esta vez?

—Me voy a bañar, hablemos luego.

Y la puerta fue cerrada sin dejarlo hablar.

¿Qué demonios?

Tal vez tuvo un mal día, si. Normalmente cada tarde que volvía, Teddy lo esperaba en la habitación o lo acompañaba al club de lectura, le contaba la historia que leía y también le leía algunos poemas que conoció.

Jamás se quedaba callado.

Eso sí era raro.

Cuando James salió del baño envolviendo su cintura en una toalla y secando su cabello con otra, vió su cama repleta de chocolates.

—Mira ¿cuál quieres ver?— preguntó el peliazul revisando en su laptop.—Ver películas en línea es más sencillo, no me culpes si tengo un virus aquí.

—¿No prefieres pagar Netflix?

—Me da pereza, en serio. Consigues lo mismo en línea.

James sonrió negando con la cabeza mientras que Teddy estaba acostado de medio lado en su cama y comiendo chocolates, tirando los envoltorios en la misma cama. No se podían distinguir los envoltorios vacíos o nuevos.

—¿Qué es de la vida de Locar y Lisander? Casi nunca los veo en sus camas, solo en las noches.

—No lo sé, siempre están jugando en el jardín.

Teddy entrecerró sus ojos mirando disimuladamente a su mejor amigo vestirse, cada movimiento que realizaba los músculos levemente marcados de su espalda se contraían y las gotas de agua corrían por su piel.

Carraspeó cubriendo su boca con su mano y parpadeó un par de veces mirando de nuevo la pantalla.

—Mira ¿estás bien?

—Sí, sí, solo que a pesar de ser noviembre... hace calor.

—Tienes razón, el calentamiento global supongo.

—Ajá. Ya la conseguí, ven.

James peinó con sus dedos los rulos húmedos de su cabello y se sentó en su cama.

—Teddy, nosotros somos mejores amigos ¿verdad?

—... claro que sí.

—Entonces, ¿por qué no me has dicho que eres novio de Rose?

—¡¿Ah?! ¡Con Rose!— Teddy soltó una carcajada, pero se detuvo al ver como James empezaba a irritarse.—Lo siento, lo siento, pero ¿qué te hace creer eso?

El moreno se sonrojó levemente mientras se encogía de hombros.

—Cuando entré... ustedes, se escuchaban como si, ya sabes- estuviesen... ya sabes, haciéndolo, ajá, eso.

Dios mío, James. Eres una ternura.

—Claro que no.— le tranquilizó el chico dándole un chocolate.—Además, tú y yo no tenemos secretos.

—Um, está bien... más te vale, Ted~Ted.

—Más te vale a ti también, Jamie~Jamie.

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