Papá

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Las mañanas eran calmadas, mayormente esas mañanas en donde sus hijos estaban en Hogwarts, no podía negar que era pacífico cuando no estaban, pero de igual forma su presencia en la casa es importante para que sea completamente hogareño.

Y también están las mañanas donde todos se despiertan al mediodía, y ya todos saben que será un día completamente desperdiciado, sin nada que hacer y solo vagar.

Todos esos días le gustaban a Harry, porque le gustaba pasar tiempo con su familia.

Harry se removió como un gato sobre su cama, parpadeó y abrió sus ojos ante la iluminación del día. Se enderezó y notó que su lado estaba vacío, con la mente adormilada caminó hacia el baño, cepillándose y lavándose.

Su casa estaba desordenada, sin embargo, no era molesto. Era proporcionalmente desordenada con el tamaño de los muebles, con unos abrigos sobre las sillas, zapatos en la entrada y el sonido de los utensilios de cocina.

Salió de la habitación y se dirigió escuchando voces hacia la cocina. Observó que habían globos en el techo de diversos colores como rojo, verde, plata, azul, dorado, y en el suelo habían por doquier corazones de papel de color blanco como si quisieran hacer un mar de corazones.

—...  cuidado con eso, Scorp.

—Papá, Scorp va a dañar la sorpresa.

—No digas eso, tu hermano puede ayudar igual que tú. Prepara la mesa.

—Sí, prepara la mesa— se burló Scorpius mientras vertía el café caliente en la taza favorita de su papá.

Teddy le miró con ojos entrecerrados, alzó su varita y levitó los platos, vasos y cubiertos. Harry se apoyó en la pared de la sala con una leve sonrisa.

—¿Qué están haciendo?

Los tres chicos se voltearon rápidamente asustados y lo miraron algo nerviosos, Teddy botó confeti de la punta de su varita y empezó a aplaudir lentamente.

—Cumpleaños feliz, te deseamos a ti~.— el peliazul empujó a su hermano con la cadera, quién se unió a los aplausos.—Cumpleaños papá, cumpleaños feliz~.

Draco caminó hasta quedar frente a Harry, siendo seguido por sus hijos, con una tarta de chocolate con fresas pequeña, una vela en el centro y una tarjetita pequeña doblada al lado de esta.

Su pecho era cálido, esos momentos estaban atesorados profundamente en su corazón, donde tenía su familia y estaban felices por él, le hacían sentir especial y recordarles lo importante que es.

Harry sopló y apagó la vela, siendo seguido por viroteos de su familia.

—¡A comeeer!— gritó Scorpius corriendo hacia la mesa y ordenaba las tazas de café y los platos con pan tostado y mermelada.

—¡Y después vamos a ver películas de Disney!— le siguió Teddy.

El cumpleañero tomó en sus manos el plato de la tarta, su esposo acunó su rostro y le dió un beso en los labios, para luego revolver su cabello desordenándolo aún más.

—Felices treinta y cinco años, amor.

El moreno cerró sus ojos las caricias del rubio en sus mejillas, recibiendo otro beso en su frente. Draco algunas veces era tan detallista, comprensivo y amoroso que le costaba creerlo, y con el paso de los años su relación se había fortalecido aún más.

—Gracias, amor.

Harry agarró la tarjeta pequeña y la abrió, sonriendo ante el mensaje.

«Feliz cumpleaños, papá. Te amamos, tanto como amas el café y como papá Draco ama el chocolate. Comamos helado hasta que no podamos caminar y después a dormir, se aceptan sugerencias de actividades a realizar hoy.»

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