En casa

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¿Cómo los días habían pasado tan rápido?

Últimamente sentía que las horas eran segundos y la rutina solía ser repetitiva con ligeros momentos diferentes que e hacían disfrutar el día.

Ya faltaban poco para Navidad, había vuelto a su casa junto a sus papás y el idiota de su hermano.

—¡Vengan a comer!

Dejó su celular en la cama mientras salía de la habitación algo temeroso, la voz de su papá estaba diferente, era el tono tenso de cuando quería discutir o gritar.

En el pasillo, compartió una mirada con su hermano. Ambos conocían a su papá.

—Vengan a comer chicos— les animó Draco con una sonrisa, completamente ajeno a ellos.

Se sentaron al lado del rubio, en la mesa habían platos con la cena.

Harry dejó caer en el centro un pastel. Pero se encontraba completamente quemado, no ligeramente tostado, casi era carbón.

Eso era muy extraño.

El moreno siempre cocinaba delicioso, todos sus postres y dulces eran los favoritos de Teddy y Scorpius, aunque toda su comida era asombrosa. Draco cocinaba también, pero parecía que Harry tenía un gran talento.

—¿Algún problema?— preguntó con voz tensa y ojos filosos a Scorpius, quién miraba espantado el pastel.

—No, cariño— respondió Draco besando su mano.—Gracias por cocinar hoy, deja los platos y los lavaré luego de comer.

—Los lavaré ahora.

Antes de replicar, Harry desapareció hacia la cocina.

Lo más extraño de todo, es que Teddy observó perplejo como su papá tomaba un trozo de pastel carbonizado y se lo empezaba a comer.

—Se les enfriará niños, vamos.

Luego de comer en un silencio un poco tenso, ninguno se atrevía a decir palabra además de el rubio, quién se había comido la mitad del pastel sin chistar y también su cena.

—Disculpa porque... hoy no me quedó bien nada— habló Harry sentándose en la mesa completamente desanimado con un puchero.—¿Te comiste todo eso?

—Quedó delicioso, todo lo que cocines es perfecto.

Teddy decidió apoyar a su papá.—Es verdad, la cena estaba muy rica.

Se formó una sonrisa en su rostro cansado por primera vez en todo el día.

—Gracias mis príncipes.

—Ve a bañarte, ¿si?— dijo el rubio.—El Elegido también necesita descansar.

—...Mh, está bieeen.

Cuando Harry fue a su habitación, Scorpius encendió el televisor lanzándose en el sillón. Teddy, en cambio, ayudó a su papá a limpiar los platos.

—Papá... ¿por qué te comiste el pastel quemado? ¿no sabía mal?

Draco asintió.—Tu papá tuvo un mal día con el tío Ron y por eso se equivocó con el pastel, pero simplemente me lo comí. Tenemos que entender a las personas en nuestro alrededor, una palabra o crítica podía afectarle y hacerlo explotar ¿lo sabes no?

—Pero...

—Pero cuando lo hicimos sentir bien aunque el sabía que se había equivocado, fue como si la bomba se hubiese apagado. Así es como nos podemos sentir algunas veces y no tenemos el apoyo que necesitamos.

Teddy le pasó el último plato, Draco lo limpió con un movimiento de varita y lo abrazó por los hombros.

—No lo pienses mucho, solo es amor y comprensión.

—...pero te lo comiste, pudiste simplemente fingir que te gustó, pero lo hiciste en serio.

—Porque quería hacerlo, durante todos estos años tu papá se ha equivocado y yo también. Es cuestión de... aceptar y probar las cosas malas y buenas, no puedo fingir que me gusta algo que hizo diferente cuando realmente me gusta todo lo que hace; sea bueno o malo.

—Ay, tengo la piel de gallina.

El rubio se rió despeinándolo.

—¿Invitaste a James a pasar la Navidad con nosotros en La Madriguera? Se me olvidó llamar a Colette, hazlo por mí ¿si?

—Claro.

Ese día descubrió algo nuevo.

Sus padres eran lo que él quería algún día.

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