Cine en casa

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James había visitado la casa de Teddy desde hace mucho tiempo, incluso habían pasado navidades ahí él y su madre.

Pero ahora no sabía cómo actuar frente al señor Potter y el señor Malfoy, y con un Teddy mimoso que quería acurrucarse a ver una película con él.

—¿No tienes vergüenza?— le susurró James, quién tenía a su novio acurrucado junto a él y con su rostro sobre el hombro del chico.

—No— respondió el peliazul, mirándolo mientras fruncía la nariz.—¿Y tú?

—Sí, la verdad.

—Pues te aguantas, estoy muy cómodo. Eres calentito.

En el otro sofá, el que estaba frente a la televisión, se encontraban Harry, Draco y Scorpius, acurrucados bajo una manta, aunque el moreno ya había cerrado sus ojos y no parecía tardar en dormirse. Scorpius estaba comiendo un bol de palomitas de maíz junto a su papá.

—Me gusta Mérida, quiero ser como ella— se escuchó la voz del rubio menor refiriéndose a la película animada de Disney, la favorita de todos en esa familia.

—Puedes ser como ella, solo tienes que estudiar para hacer lo que quieras— le respondió Draco revolviendo su cabello.—Por favor, no seas pelirrojo como un Weasley.

—¿Y qué tiene de malo ser pelirrojo?

—Que aposté con tu tío Ron a que te teñirás el cabello pelirrojo, no me hagas perder, ¿sí, príncipe?

—¿Por qué rayos me volvería un Weasley?

Draco alzó su rubia ceja mirándolo burlón, elevando la esquina de su labio en una sonrisa traviesa y dando un bocado a las palomitas.

—¿Albus no te suena suficiente razón para ser un Weasley? Dile que deje que escribir tanto que no deja ver la película en paz.

Scorpius boqueó con las mejillas sonrojándose levemente, teniendo en cuenta de que su teléfono al lado no paraba de vibrar esporádicamente sobre el sillón.

—Ah bueno, en ese caso, no me molestaría ser un Weasley.

—Por Merlín, eres todo un descarado— se quejó Draco soltando una carcajada.—Me recuerda a alguien.

Teddy carraspeó fuertemente asustando a James, quién estaba parpadeando pesadamente porque tenía su mejilla en el suave cabello peliazul y su olor natural le estaba adormeciendo.

—Algunas personas estamos tratando de tener una cita y ver la película— se quejó Teddy acomodándose sobre su novio.

—Ya libera a James de tus redes tóxicas, no sirve— se burló Scorpius.

—No molestes s tu hermano, Scorp.

—No molestes a James, niño.

James solo se acostó mejor en el sillón, atrayendo a Teddy consigo y ambos acostándose en la extensión del sillón, cubiertos con la manta y los pies al descubierto, tocando sus rodillas.

Los minutos de la película fueron realmente agradables, en parte porque la princesa Mérida era muy divertida y refrescante, y sus hermanitos eran muy graciosos. Scorpius se la pasaba la mayor parte del tiempo hablando con su papá, cosa por la cual fueron reñidos por Teddy.

Y al final de la película, en la escena cuando Mérida está llorando por no haber logrado regresar a su madre a humana, Scorpius y Draco eran un mar de lágrimas.

—Voy a hacer un chocolate caliente, ¿quieres ayudarme?— murmuró Draco limpiando sus ojos como si no hubiese pasado nada.

Scorpius sorbió su nariz y asintió, ambos se levantaron dejando a Harry durmiendo, quién roncaba levemente en el sofá.

—Ellos son así— escuchó la suave voz de Teddy a su lado mientras le acariciaba la mano.—Su relación ha sido la más difícil porque se parecen demasiado.

—Yo los veo bien.

—Porque los peores días ya han pasado, para Scorpius fue más difícil adaptarse a nosotros— continuó murmurando su novio.—Mi papá no sabía cómo controlar a Scorpius, pero mi otro papi si supo, no es que fuera mal padre, solo que... no quería equivocarse.

—Es un buen padre— le respondió James posando una mano en su cabello y retirándolo de su frente, para dejarle un besito.—Ambos lo son, criaron a dos hermosos y buenos hijos.

Teddy no mostró queja alguna ante el casto beso que le regaló en los labios y apretó su nariz con sus dedos.

—Y tu mamá es la mejor, creando y criando al mejor chico que he tenido el placer de conocer— susurró el peliazul enterrando su rostro en su cuello.

James lo abrazó con fuerza y calidez, haciendo que Teddy cierre los ojos antes la intensidad de su magia vibrando en los sentimientos que buscaba transmitir con el abrazo.

Cariño, gratitud, nostalgia y timidez.

Era increíble, solo James era capaz de hacerle sentir tanto en un solo contacto.

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