Besos

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Por alguna razón, su relación continuaba siendo la misma, tan solo que con unas muestras de afecto demás.

No se ocultaban, pero tampoco se dejaban ver en público. Es decir, no les interesaba, no les importaba expresar su relación a los cuatro vientos.

Esperen. ¿Cuál relación?

Son mejores amigos que se gustan y se besan. ¿Eso es un título? En fin, no les interesaba eso tampoco. Se sentían cómodos así como estaban las cosas.

Lo que le importaba en ese momento era James, quién estaba leyendo con la cabeza apoyada en su regazo y el chico peliazul lo miraba con cariño.

El movimiento de los labios suaves y delicados en el continuo vaivén de las palabras que se perdían en los oídos del metamorfomago, sintiéndose hinoptizado y con su corazón latiendo, reclamando un beso.

Teddy acunó sus mejillas y le dió un rápido beso, interrumpiendo la lectura de James, quién le miró sonrojándose y dándole una leve palmada en la pierna.

—¿Qué te pasa a ti?— el moreno le frunció el ceño.—Eso es muy grosero. Me interrumpiste.

—No me importa, quería besarte.

James mordió su labio inferior y clavó su vista de nuevo en la lectura, relamiéndose los labios nervioso.

—Me estás provocando, muñeco.

—¿Te están afectando las hormonas o cómo?

Probablemente era eso. Acarició con su pulgar el mentón de James, quién le miró a los ojos desde su regazo y Teddy se encorvó, acompañándolo con un casto roce.

El moreno cerró sus ojos y el peliazul lo tomó como una buena señal. Estaban sentados detrás de un frondoso árbol cerca de la casa de los gritos, así que probablemente no los verían. James se levantó del regazo de su chico, sin romper la distancia de ambas bocas, que continuaban tocándose y mimandose.

Teddy apoyó su espalda en la corteza del árbol, recibiendo el peso del cuerpo de James acercándose más hacia él. El peliazul rodeó el torso de James y lo pegó a su pecho, agarrándolo de la cadera.

James se sostenía del árbol, abriendo tímidamente la boca ante las caricias que le daba Teddy con su lengua, sintiéndose abrumado de sensación y con ganas de probar aún más.

Cuando se separaron, sus labios estaban húmedos e hinchados. Sus respiraciones se mezclaban y se miraban a los ojos sin decir nada. El peliazul tomó con su mano libre las mejillas del moreno, sosteniendo sus cintura con la otra.

—Amo tus labios.

Sus dedos vagaron por sus labios rojizos, Teddy sin controlar el impulso, capturó la boca de James entre sus dientes y los chupó, mordiéndolos suavemente antes de liberarlos, rozando la tierna piel con sus dientes. James solo cerró los ojos y tembló levemente sobre él, amando la sensación.

Por Morgana, si Teddy le besaba así todos los días, no se separaría de él en mucho, mucho tiempo.

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Maratón 5/5

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