El día

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Era el día. Y lo sabían. En realidad, apenas estaban dándose cuenta de ese hecho, pero probablemente en el fondo del subconsciente, ya lo sabían.

Incluso parecía que el destino estaba a su favor, porque la habitación estaba completamente vacía, ya que los gemelos Scamander decidieron hacer una pijamada con Albus y Scorpius. Los habían invitado, pero James no se sentía muy bien y Teddy decidió quedarse a cuidarlo.

Y de repente, la situación pareció cambiar, para bien o para mal, pero cambió. Por ello, se encontraban besándose en el suelo de la habitación y con el calor aumentando con rapidez.

—¿Ya te sientes mejor, lindo?— preguntó Teddy, separándose unos milímetros y mirándole a los ojos, acariciando su cabello.

James asintió entreabriendo sus ojos y acercándose de nuevo, intentando continuar con el contacto. Se sentía atontado, cálido y cómodo, no quería separarse con un tiempo. Teddy lo tomó por la parte posterior de los muslos y lo alzó del piso, el moreno rodeó sus caderas y sus hombros, sosteniéndose del peliazul.

—¿Quieres continuar?— susurró Teddy, sentándose en la cama más cercana, la de James.

—Teddy, ¿estoy haciéndolo bien?

La pregunta era inocente y sin dobles intenciones, solo curiosidad, pero la situación no lo hacía lucir de esta manera, en cambio, la ternura que desbordaba James le fascinaba a Teddy. Era tierno, ignorando el hecho de que estaba encaramado sobre él y con los labios hinchados de una larga sesión de besos, sí, era tierno.

—Claro que sí, mi lindo.

James sonrió entusiasmado y le tomó del rostro, ahora era más cómodo besarlo por la suavidad de la cama, ya no deberá a preocuparse por lastimar a Teddy si llegaba a chocar con el suelo.

Enterró sus dedos en la suave cabellera azul, besando a Teddy con ganas, de esas ganas que se sentía consumir rápidamente cuando su novio le tocaba y le devolvía el beso con igual de necesidad, como si le asustara dejarlo ir, aunque se quedara sin aire en medio beso.

—Jamie. Camisa, quitámela.

Teddy tomó las manos del moreno y lo posó sobre el borde de su camisa, James se aferró de la tela y la levantó. El peliazul no se hizo de rogar y levantó sus brazos, ayudándolo en su tarea. James lo sorprendió, quitándose el suéter que tenía en ese momento dejándolos en igualdad de condiciones.

—¿Cómo luzco?— preguntó Teddy solo para poner nervioso a James.

James posó su palma sobre su pecho, moviéndola por su clavícula y la base de su cuello, y con su otra mano recorrió su espalda, delineando con sus dedos las vértebras que sobresalen mínimamente por su musculosa espalda.

—¿Te digo la verdad?— murmuró el moreno.—Mejor de lo que imaginé.

—¿Me imaginaste?

—¿Tú a mí no?

Teddy lo tomó de la cadera y lo alejó un poco para poder apreciarlo completamente, sintiendo su estómago burbujear cálidamente ante la linda vista de James sobre sus piernas y con sólo unos pantalones cortos, y Teddy no pudo sentirse más encantando.

—Solo te había visto sin camiseta, así que no he imaginado aún nada más allá— confesó el peliazul.

En realidad, James desde que tenía memoria no había visto a Teddy semi desnudo, no le había dado importancia al asunto. Realmente tenían la confianza de vestirse uno frente del otro, pero simplemente no habían dado uso de tal privilegio. Claro, en aquel entonces no habían dado miradas más allá que de mejores amigos.

Teddy juntó sus labios en un beso delicado, siendo cariñoso en ese momento y lo pegó contra él, sus torsos se sentían calientes y sus corazones palpitaban rápidamente. James tembló levemente cuando Teddy rompió el beso y continuó por su cuello, dando leves chupetones en la suave piel morena y con sus manos recorriendo su espalda, dejando una en su cabello desordenado y otra en su muslo, amasándolo.

—Joder, me encantas...— murmuró el peliazul con la mente embotada y los sentidos alborotados.

James decidió dejarse llevar, ignorando su parte tímida la cual le rogaba separarse y cubrirse el torso, salir corriendo al baño y terminar allí el asunto. Pero no quería hacer eso, quería terminar el asunto con Teddy y viceversa.

Así que dejando que el placer tomara control de su cuerpo, sus caderas se movieron sobre Teddy y soltó un suspiro entrecortado cuando fue recibido con total aprobación. El peliazul lo agarró la cintura y con un giro rápido lo dejó caer sobre la cama, cubriéndolo con su cuerpo e imitándolo, friccionando sus entrepiernas en un movimiento apretado y delicioso.

—Mh... Teddy.

—¿Sí?— preguntó en un susurro disminuyendo la velocidad.

—No te detengas.

El chico se apoyó de sus codos contra la cama y a cada lado de la cabeza de James, se acercó mucho más al rostro del moreno y no esperó invitación, sus piernas se entrelazaron y sus labios se encontraron en un segundo, saliva, lenguas y sudor volviéndose un excitante desastre.

James lo rodeó con sus brazos, enterrando sus dedos en la espalda del chico. Teddy no se detuvo en ningún momento, arremetía contra el moreno, ambas erecciones friccionándose a través de la tela, el calor y el placer los consumía por completo.

—Oh, y- y...— el moreno gimió tratando de hablar.—¿Qué es esto?

—¿Qué es qué?

—Mh, esto. Todo esto, ¿cómo es qué... siento como si fuera a morir?

—¿Eso es malo?— preguntó Teddy deteniéndose y separándose, pero James lo aferró junto a él.

—No lo sé. Siento que es malo porque se siente demasiado bien, pero...  no te detengas.

El peliazul lo besó profundo, saboreando sus labios sedosos y dulces, y James solo se sentía nublado de placer, uno que jamás había experimentado y solo Teddy podía provocarle. Se retorció en la cama, amando la sensación de ser presionado por el firme cuerpo del peliazul y olvidándose de las palabras.

Simplemente se dejaron llevar por las emociones. Olvidaron lo que estaban haciendo, olvidaron donde estaban. Lo único que sabían era que estaban juntos, Teddy y James, quienes se conocían desde años, quienes se amaban y se anhelaban desde que tenían consciencia.

Los párpados de James se batieron desesperadamente y escondió su rostro en el cuello de Teddy, aferrándose a sus hombros. Sollozó mientras cerraba sus ojos y tensaba su cuerpo bajo el peliazul, quién sintió un estallido de humedad dentro de la tela rozando su miembro.

El moreno temblaba debajo de su novio, lo tomó de la nuca y lo besó tan bien como había aprendido, lamió sus labios, adentrándose a su boca y acariciando sus lenguas, presionando la base de su cuello hasta quitarle el aire. Y Teddy, como todo ser humano a la merced de su novio, no tardó en acabar con el simple toque de labios.

James abrazó al peliazul, ambos chicos controlando su respiración y los temblores provocados por las réplicas del orgasmo. Teddy se acurrucó en su pecho, acomodándose sobre el sudoroso regazo y cerrando sus ojos, hasta el punto de estar nublado por el sueño.

—Osito, no te duermas aún — James se zafó de su agarre, zarandeando sus brazos y señalando la varita.—Límpianos.

—Fregotego— murmuró Teddy acatando las órdenes, una vez limpios y secos, cubrió a James y a él mismo con una manta.—Te quiero.

—Y yo a ti.

-ˏˋ Tiempo ˎˊ- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora