Angelical

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Tomó el cucharón con el guisado y lo colocó en los platos que tenía enfilados enfrente suyo, dejó caer en cada uno una cucharada y los recorría a lado donde le ponían el arroz y posteriormente lo entregarían

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Tomó el cucharón con el guisado y lo colocó en los platos que tenía enfilados enfrente suyo, dejó caer en cada uno una cucharada y los recorría a lado donde le ponían el arroz y posteriormente lo entregarían. Ese viernes había tenido el tiempo suficiente para ir al voluntariado del comedor comunitario.

Considerando que había decidido entrar ahí para que Neji viera sus buenas acciones el día que fue, a pesar de eso siguió asistiendo cuando su apretada agenda se lo permitía. Y el hecho de que Umi estuviera más con sus amigas que el tiempo en casa. Si ella decidía que Tenten debía cuidarla adecuadamente, tendría que abandonar todo en lo que estaba metida. Aún así le gustaba el comedor, era lo más normal que realizaba. El resto siempre involucraba a la iglesia, algo con la religión o comportarse siempre adecuadamente.

A pesar de que hace tiempo hablaba mal de la religión por no poder conseguir lo que quería por eso, ahora la toleraba. Tanto tiempo adentro tenía que cambiar en alguna medida. Respetaba las reglas o algo así, aunque no tenían la autoridad o el peso que para otros tendría. Ese viernes había terminado todo lo pendiente con rapidez y salido lo más rápido para ir ahí. A un lugar fuera de tantas... normas. Necesitaba un descanso de eso de vez en cuando.

Y más ahora, que estaba enojada con Neji. Si debía ser honesta estaba frustrada, demasiado. Había pasado casi una semana desde aquella noche en su casa, donde Tenten pensó ingenuamente que pasaría, que realmente pasaría aquel día y podría estar con el Hyūga después de tan dolorosa espera. Su mano derecha hasta se había estado moviendo para adentrarse bajo la camisa del párroco cuando la maldita puerta sonó. ¡Hasta había sentido su mano en su pierna! Maldita sea, él había cedido, iba a dejar que ella avanzara, sin poder controlar sus deseos carnales que tanto ocupaba. Pensó que debería devolverle el favor a Sakura de alguna forma. Aunque la mejor venganza era llevarse a la cama al sacerdote, algo que ninguna otra mujer había logrado. Si eso pasaba, ninguna otra lo haría. Pero ¿Cómo se suponía que haría eso cuando Neji estaba siendo un verdadero imbécil?

Si luego de aquel beso en el retiro que tuvieron Neji se puso distante ¡ahora era mucho peor! No la miraba y la ignoraba cuando estaban solos o no involucraba algo de la iglesia. Parecían dos extraños, como si todo el camino que había trazado durante todo ese tiempo, controlándose muchísimo se hubiera despedido ¡por favor! No podía creer por un momento que dejaría que tirara todo su esfuerzo a la borda por eso. Y esa actitud mezquina del sacerdote la enojaba, demasiado. Se estaba haciendo el santo más de lo que era. Le había correspondido el beso, joder, no lo había obligado, lo había hecho, con tanta ferocidad como ella. Aún al pensar en eso se estremecía por la manera en que sus labios habían encajado y seguido el camino del otro y su lengua... ¡lo odiaba tanto por negarse a algo tan placentero! No merecía ese trato y más cuando él lo quería tanto como ella, sin oponerse cuando empezó el masaje y haciendo esos sonidos tan similares a gemidos.

Tenten no había evitado pensar en que estaba gimiendo, se había prendido al instante. Sintiendo la piel suave bajo sus dedos, cada centímetro de piel de su cuello y su amplia espalda, sus hombros. Debería haberle dado las gracias de resistirse tanto. Había pensado muy seriamente en meterse al baño cuando escuchó el agua correr, completamente segura de que él estaba desnudo. Había mordido sus labios y caminando en círculos pensando en lo que hacer algo como eso implicaría. Frenándose mentalmente mientras luchaba con la imagen mental del cuerpo masculino y el agua resbalando por su cuerpo. Y verlo salir con algunas gotas en la cara y el cuello mantuvo encendido su libido un rato, hasta que la cena la calmó un poco.

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