Confesionario

469 46 15
                                    

La música de fondo resonaba marcando el paso de la melodía, decreciendo el sonido cuando se levantó de la silla, dirigiéndose a todos los presentes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La música de fondo resonaba marcando el paso de la melodía, decreciendo el sonido cuando se levantó de la silla, dirigiéndose a todos los presentes.

―Pueden ir en paz.

La música volvió a zona con fuerza, mientras la gente iba saliendo por las puertas laterales y la principal. El sacerdote se dirigió hacia su oficina, notando el escritorio de recepción. La mirada castaña lo recibió con calidez, en compañía de una sonrisa divertida.

― ¿Todo bien?

Él simplemente asintió, observando a la fémina con más detenimiento del que debería. Aquella blusa de tirantes blanca que dejaba entrever un ligero escote y que acentuaba su piel morena. Algo de lo cual había hablado con ella anteriormente sobre que no debería traer algo tan revelador. En conjunto llevaba una falda larga de mezclilla que moldeaba su cadera. Le hubiera dicho algo pero sabía que el calor cada vez era más fuerte, por lo que había omitido sus comentarios, ella sabía que tenía un límite.

No podía exigir ropa por completo cerrada, sería inhumano por el calor.

Sus ojos captaron un par de gotas de sudor bajar por la garganta femenina hasta perderse entre sus pechos. Tragó saliva y obligándose a sí mismo dio media vuelta, entrando a su oficina con rapidez.

El calor intensificándose en su cuerpo, se deshizo de la ropa que usaba para oficiar misa, dejándola colgando, con la esperanza que el calor se apartara de su cuerpo sin éxito. La imagen del sudor bajando hasta perderse regresaba a su cabeza una y otra vez, sacudiendo su organismo. Se dejó caer en la silla detrás del escritorio, apoyando la espalda en el respaldo. Cerrando los ojos para dejar de pensar un poco, intentando deshacer esa imagen de su cabeza.

Si, solo era una cuestión del calor y no el hecho de que cada vez más disfrutaba verla con ese tipo de ropa. Cuando sabía que había debajo de esa ropa, por el momento que había pasado dos semanas atrás. Incidente que veía a su cabeza con intensidad. La fémina enfrente suyo con medio torso desnudo, viendo fijamente aquel sostén azul que acentuaba más su tono de piel. Su piel suave debajo de sus nudillos y todo sucedió tan rápido en ese momento que ya la tenía sobre él, devorando su boca y él siguiéndole el paso, dejándose ir, cuando se había dicho que no lo haría, que debía refrenar cualquier instinto que ella despertara en su organismo.

Abrió los ojos cuando sintió un estremecimiento bajando por su entrepierna. No podía hacer nada de eso. A pesar de que el tiempo había transcurrido, aún no tenía ni idea de que estaba haciendo. Su mente gritaba con fuerza que se alejara de todo esto, del pecado escalante que buscaba enrredarlo. Pero todo pensamiento se esfumaba al tenerla enfrente o cuando ella lo besaba. Y ese había sido un cambio diferente en este tiempo. Tenten parecía más tranquila, sensata. Despidiéndose de él cuando caminaban fuera de la iglesia, no insistía en ir a su casa. Algo que el mismo Neji había preparado para negarle cuando ella lo sugiriera. No quería seguir exponiendo sus instintos a esa intimidad.

ConfesionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora