Las cejas pobladas resplandecían en el otro lado del confesionario, con los ojos grandes perdidos en algún punto en concreto. Le había sorprendido su visita sorpresa a su iglesia, pero él era de esa forma, aunque en esta ocasión se sentía diferente.
― ¿Algo más que quieras confesar? ―Habló cuando pasó un minuto sin decir nada.
Neji Hyūga se debatía internamente sobre lo que diría a continuación. Había confesado cosas menores, cosas irrelevantes que cada sacerdote confesaba. Nada grave, aunque había cosas que otros sacerdotes hacían que eran secretos a voces y que no entraban en los confesionarios. Cosas que la comunidad sabía pero no comentaban. Como el nuevo auto de Danzo.
Ahora su lengua picaba por decir algo, con confesar aquello que había pasado en su casa un par de noches atrás.
Él se había alejado lo más que pudo de Tenten, poniendo media casa de por medio al sentirse tan culpable por el hecho de haberla tocado y pensado cosas que estaban prohibidas pensar. Ella había dormido durante toda la noche, él por su parte no pudo conciliar el sueño. Monitoreaba a la fémina y cambió sus paños hasta que la fiebre desapareció. En algún momento de la noche se detuvo la lluvia y prontamente el amanecer luminoso comenzó a llenar las calles de la colonia.
Tenten despertó sobresaltada al verse en un lugar que no era su cuarto en casa de Umi. En unos segundos entendió que estaba en la casa del Hyūga. Más específicamente en su cama. Maldijo internamente al pensar que posiblemente había intimado con él y no recordaba algo como eso. No, no podía ser eso. Jamás en la vida se perdonaría a si misma si algo así pasara. Ella se había prometido el hecho de estar totalmente consciente y despierta cuando probara aquella fruta jugosa entre los labios. Desechó tal idea en el momento en que lo vio entrar por la puerta.
― ¿Cómo te sientes? ―Habló el sacerdote mientras le ofrecía una taza de té.
―Estoy bien... ¿qué sucedió? ―Tomó un trago de té y sintió el líquido caliente acariciar su garganta.
Él le explicó que había caído enferma por culpa suya y que la había dejado descansar hasta que se le pasara. Se quedaron quietos durante unos minutos hasta que la castaña reaccionó levantándose y buscando su ropa en la secadora.
―Tengo que irme, no quiero causarte problemas. ―Ella se había disculpado y salió tan rápido de la casa como sus piernas se lo permitieron.
Neji la vio alejarse hasta que desapareció de su vista, él simplemente se había cambiado y acudido a sus labores. Tenten se había presentado horas después, aunque ninguno de los dos trajo el tema a colación. Como si quisieran hacer como si no hubiera pasado.
Al día siguiente Neji había acudido temprano a la parroquia de su amigo Rock Lee, con la idea certera de confesar ese momento de debilidad que había tenido al ver a la mujer en su cama usando su ropa. Aunque al estar en el confesionario las palabras no brotaban de sus labios.
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Confesiones
FanficÉl era un santo, recto y devoto, todo parecía marchar bien, hasta que una pecadora fijó sus ojos en él y todo se fue al carajo.