Lo vio ingresar en el sitio de alado, jugueteó con sus manos mientras esperaba el tiempo suficiente, fijó su atención en él.
― Padre, no puedo evitarlo.
El castaño la observó detenidamente indicando que procediera, una ligera ola de nerviosismo lo invadió. Ella jugueteó con su cabello que descendía suelto por sus hombros.
―He codiciado, es inevitable, yo lo necesito.
El sacerdote apretó los labios ligeramente, ciertamente relajado. Observó los labios femeninos, carnosos y que ella mordía por el nerviosismo.
―Ningún bien material es necesario, solo debes resistir y pensar en tu señor cuando....
Ella negó con fuerza, intentando controlar sus ganas de gritarle en ese momento.
―Yo codicio a un hombre que...le pertenece a alguien más.
Ella levantó la mirada que tenía fija en el suelo por la vergüenza y sus ojos hicieron contacto con los de él. El masculino dejó de respirar al sentir la intensidad de aquella mirada y su músculo cardiaco retumbó tan fuerte que juró que ella pudo escucharlo.
Cosa que sabía que ella disfrutaría en demasía.
Era mediados de año cuando Tenten descubrió por los afiches pegados en la calle y por la misma boca de Umi que en estas fechas se organizaba un evento de caridad por parte de la iglesia para recaudar fondos para un albergue que se encontraba en otra ciudad. Se subastaban utensilios que la gente brindaba, había venta de comida, de ropa y un centro de donación. Al parecer era un gran evento en el cual participaba todo el pueblo. Había gente que se encargaba de cada área y el mismo padre coordinaba a todos.
Un trabajo bastante pesado, por lo cual la gente del pueblo, demasiado amable, se ofrecía sin más. Por un bien mayor.
A Tenten no podría interesarle menos el bien común, sus ojos estaban fijos en un solo objetivo. Neji no estaba muy seguido en su oficina por todo este ajetreo por lo cual ella se vió en la necesidad de buscar otras formas. Por lo cual tuvo que adentrarse a ese evento, específicamente a recibir las cosas que se subastarían. Algo sencillo, pero bastante conveniente ya que esa lista debía pasar por manos del padre para verificar que se subastaba o si podría simplemente donarse. De igual forma la fémina dejó en claro tanto al Hyuga como al sacristán que ayudaría en cualquier cosa, siendo la hora que sea, por que su deber social era más fuerte que el de cualquiera.
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Confesiones
Fiksi PenggemarÉl era un santo, recto y devoto, todo parecía marchar bien, hasta que una pecadora fijó sus ojos en él y todo se fue al carajo.