Curiosidad
Narra: Max BrownLlevo exactamente todo el día en la casa sin hacer nada. Me la paso del patio a la cocina y de la cocina paso a dar vueltas por la casa de nuevo. Voy del patio a las habitaciones recorriendo cada esquina porque soy alguien que no puede estar en un mismo lugar por mucho tiempo.
Ahora me paseo por uno de los tantos pasillos de la mansión mirando los cuadros que están colgados en cada esquina. Cada uno es diferente, diferentes tonos de colores, diferentes ambientes y diferentes circunstancias... Lo único que los asemeja es que siempre, en cada uno, no hay más de una persona. Si es que hay alguna.
Siempre me ha gustado admirar el arte de las personas. Me parece hermoso que la gente cree simplemente con colores un mundo diferente al nuestro.
Cuando me paro frente a una pintura frunzo el ceño. No entiendo lo que veo y me causa curiosidad. En la firma del cuadro está un nombre que reconozco en una hermosa caligrafía.
Alen Relish.
Me fijo que todos los cuadros de la casa tienen su firma. En realidad esa chica es talentosa.
Me dirigí a la cocina de nuevo donde está Víctor de pie. Esta terminando de sacar algo del horno, y espero a que lo tenga sobre la mesa para poder hablarle.
— Hola.— lo saludó, sentándome en la isleta justo frente a él. Logró ver que lo que acababa de preparar es un flan y por el olor se que es de vainilla. No soy muy amante de lo dulce, pero se ve delicioso.
— Ah, ¿ya recorriste la casa?— me pregunta y asentí mientras robaba una manzana de un canasto.
La casa cuenta con una gran cantidad de facilidades. Tiene un gimnasio que nadie usa, una piscina, una sala de cine, dos comedores, dos salas grandes de estar y una más pequeña, tres despachos, más de diez habitaciones, un área designada para los empleados, y por último, un amplio sótano.
— Sí. Estaba viendo los cuadros. ¿Todos los pinta la señorita Alen?— muerdo la fruta sin evitar demostrar mi curiosidad. Desde que comencé a trabajar no la he visto, y Mari me dijo que estaba en el sótano.
Ese era su lugar. Ahí, según la empleada de servicio, suele pasar el tiempo pintando y creando lo que tanto le gusta.
Me preguntó si no le pasara algo más, no creo que sea normal que una persona esté tanto tiempo sola. Aún así no me atrevo a preguntar todavía.
— Todos y cada uno de ellos.— responde Víctor dando la vuelta a la isleta y colocando una mano en su cadera. Me alejó un poco aún estando sentado porque me da un poco de miedo que se acerque tanto. Se cuando le atraigo a alguien, mi radar suena muy fuerte. Lo malo es que ahora está sonando.— Es una pintora anónima, pinta los cuadros en el sótano donde pasa casi todas las horas del día. Sus padres aman sus pinturas y las cuelgan por toda la casa. Tiene una galería donde expone sus cuadros, pero nadie sabe que son de ella.
Asiento a la vez que dejó que continúe hablando.
— Sus cuadros se venden muy bien, genera dinero hasta para aventar para arriba, como sus padres. No fue necesario que fuera a ninguna universidad para crear un imperio. Su galería es muy famosa, más aún porque la gente va mayormente por descubrir quien es la pintora anónima.
— ¿Y nunca sale?— pregunto.
Justo cuando me va a responder siento los pequeños pasos de una persona hacer acto de presencia. Cuando me giro me golpea el aroma a rosas directo a mi cara.
Entonces la veo. Alen Relish entra en la cocina toda llena de pintura hasta en la cara, tiene un delantal de mahón y el cabello negro recogido en un moño desarreglado. También tiene unas gafas negras que se quita y coloca en la parte superior de su cabeza.

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SANO amor
RomanceUn secreto puede corromper una familia completa. Los problemas de nuestros padres no deberían de ser un problema el cual los hijos deban de cargar, o peor aún, pagar las consecuencias. Cuando la seguridad está en riego, la vulnerabilidad convierte e...