Discusión
Narra: Max BrownMe dirijo junto con Gustavo hacia la habitación del personal de seguridad. El buen humor no me lo podía quitar ni él con su carácter de mierda.
Había pasado un día espectacular con Alen de compras. Nunca en mi vida me vi de esa forma con nadie, ni mucho menos con una mujer.
Pensaba que salir de fiesta casi todos los fines de semana me llenaría por completo, pero estaba muy equivocado.
Como también, estaba equivocado al pensar que Gustavo no me quitaría el buen humor.
— ¿Qué crees que estás haciendo?— pregunta Gustavo notablemente enojado.
— ¿Disculpa?
— No creas que no me doy cuenta de lo que estás intentando hacer.— comienza a acusarme con el dedo.— Veo como te quieres comer a la señorita Alen con los ojos. Conozco esa mirada de puto que siempre tienes cuando una mujer llama tu atención.
No me lo esperaba. Gustavo no era de meterse en mis asuntos de esta forma. Siempre discutíamos por cosas sin sentido que olvidábamos al minuto, sin embargo, ahora no me parece que solo estemos hablando como siempre.
— A ver abuelo, no te entiendo.
— Alen es una señorita tranquila que apenas está conociendo el mundo exterior. No olvides que solo estás aquí para cuidarla, no intentes corromperla.
— ¿Corromperla?— le preguntó como estupido.— Alen tiene 20 años, es una adulta que sabe lo que hace perfectamente. Yo solo la estoy ayudando.
— ¿Ayudando a qué? ¿A que entre a tu cama? Reconozco esa mirada que le dedicas siempre que tienes contacto con ella, esa hambre de maldito que solo juega con las mujeres. Eres un cabron que se refugia en su pasado para lastimar a quien no lo merece.
Me quedo callado porque en parte tiene razón. Nunca me he enamorado y dudo que eso pase, siento un odio indescriptible hacia las mujeres que solo me hace usarlas para el sexo.
— Escúchame bien, si quieres seguir trabajando aquí tienes que alejar esos pensamientos de tu pequeño cerebro. No puedes meterte con la señorita Alen como lo haces con todas las mujeres.
Me quedo callado porque no se que decir. No es una sorpresa que Alen llame mi atención, es una mujer muy hermosa. Tiene una belleza que aunque no la use para llamar la atención, lo hace sin querer.
No puedo decir que estoy enamorado, porque no lo estoy. Solo estoy clavado con lo bella que es, me gusta y si no quiero lastimarla no me puedo fijar en ella como algo más que mi protegida.
Gustavo suspira y pone una mano sobre mi hombro.
— Eres mi amigo aunque no te soporte, y de verdad quiero que este trabajo nos salga bien, pero no permitiré que lastimes a Alen. Ella no lo merece.— dice y lo miro directamente. Gustavo es tan frío, pero tan sabio, parece un puto anciano.
— Lo haré, tomaré mi distancia.— le respondo, tomando la decisión que me parece más adecuada. Por una vez en mi vida debía pensar con la cabeza de arriba.— Deja de pasar estos malos ratos, te saldrán arrugas.
Gustavo medio sonríe.
— Se que en algún momento, todo esto que sientes cambiará. Llegara alguien que cambie tu manera de pensar.
— No pueden hacerme pensar diferente sobre algo que se que no existe.— le digo enojado. Gustavo niega con la cabeza y vuelve a ponerse serio.
Ambos salimos hacia la cocina. Alen se ve feliz aún y noto a la señorita Noly y a James que recién llegan. Alen me mira y borra su hermosa sonrisa. No se por qué me siento mal de verla de esa forma.

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SANO amor
RomansaUn secreto puede corromper una familia completa. Los problemas de nuestros padres no deberían de ser un problema el cual los hijos deban de cargar, o peor aún, pagar las consecuencias. Cuando la seguridad está en riego, la vulnerabilidad convierte e...