Bonita continuación
Había pasado un mes, la familia había vuelto a una rutina más o menos normal.
Noly volvía a hacerse cargo de su editorial y un poco de los negocios de su padre con algunas empresas. Trataba de llevar lo mejor posible las cuestiones de las películas a las que estaba a cargo su padre, y aunque tenía conocimiento de la gran parte de aspectos, no era su fuerte.
Alen acababa de lanzar una nueva colección de monumentos decorativos en conjunto con un diseñador de interiores amplios como anónima y estaba preparando una nueva exhibición de cuadros sorpresa. Que hasta ahora nadie había visto.
Mientras, Kiara continuó con un rodaje de una película en otro país, esto para estar alejada de la prensa que constantemente le preguntaba sobre su marido inconsciente, aunque Max tenía la fiel sospecha que también intentaba estar alejada de las autoridades. Se encargaba de asistir a reuniones por su marido.
Mari iba al hospital a ver a su esposo, que a diferencia de todos los que se habían recuperado, iba empeorando con el paso del tiempo.
Danela estaba asistiendo a terapia, y luego pasaba todo el resto de la mañana con Mari en el hospital, por la tarde se quedaba mirando la piscina de su casa hasta que Gustavo llegaba en la noche a verla. Estaba tomando una clase asincrónica por medio de módulos en la universidad que la ayudaban con su proceso de recuperación.
Así mismo, James, Gustavo y Max asistían a la academia como instructores de lunes a jueves.
James y Gustavo estaban odiando tener que soportar a los chicos y chicas que asistían. Era un poco agobiante convivir con adolescentes que se querían comer el mundo de un bocado. Aparte de ser agotador.
Max en cambio se la pasaba en grande, se le daba muy bien convivir con los chicos. Gustavo decía que era porque tenían el mismo nivel de inmadurez.
Cuando llegaba la tarde/noche, los tres chicos iban a visitar a sus chicas en la mansión. Max se perdía rápidamente al sótano con Alen y estaba ahí horas hasta que tocaba marcharse. Solo una vez James fue a buscarlos para que salieran a comer con ellos, pero regreso muy rojo y apenado diciendo que estaban ocupados.
Gustavo iba con Danela a hacer cualquier cosa que ella quisiera. Volvía a ser casi la misma, era muy caprichosa y comenzaba a gastarle bromas a Gustavo que este sorprendentemente soportaba con una sonrisa.
James casi nunca se quedaba en la casa, salía con Noly a comer o a hacer alguna actividad que a su chica le llamara la atención.
Hoy precisamente habían salido a cenar, Alen y Max estaban encerrados en el sótano y Danela leía algo en su tableta mientras Gustavo solo la miraba.
— ¿Qué lees esta vez?— pregunto Gustavo curioso por las muecas que hacía su novia.
— Novela exótica.
— ¿Exótica o erótica?— sonrió. Danela levantó la mirada y se relamió los labios con la lengua.
— Ambas. Lo están haciendo en un bosque, eso lo hace exótico.— sonrió mientras Gustavo le quitaba la tableta, para comprobar que, efectivamente, estaba leyendo una escena erótica en un bosque.— ¿Qué? Noly me lo ha recomendado.
— ¿Por qué lees esas cosas?— ahora Gustavo parecía avergonzado.
— Pues hace volar mi imaginación.
— ¿Te imaginas a ese hombre haciendo cosas?— sonaba molesto, lo que le causó gracia a Danela.
— ¿Estas celoso de un personaje que no existe?
— Claro que no.— respondió rápidamente mirando a otra parte. Si se había puesto celoso.
Danela no dijo nada y alejo la tableta. Se acercó y se sentó encima de sus piernas con unas sonrisa. Gustavo rápido colocó sus manos en su cintura para mantenerla cerca.
— ¿Y si salimos?
— ¿A dónde quieres ir?
— De fiesta con Leon, pero también quiero ir contigo.— añadió y Gustavo asintió.
— Vamos a cambiarnos.— Gustavo acompaño a su novia con una sonrisa hasta la habitación.
Danela comenzó a sacar ropa del armario, Gustavo ya conocía lo que pasaría. Se recostó en la cama y escucho atento cada palabra de Danela.
La chica salió desnuda por un momento para mostrarle un conjunto a Gustavo de ropa, rosada para variar, nueva que había comprado hace mucho tiempo.
Él no le presto atención al resto de palabras, estaba observando que las cicatrices de Danela estaban sanando poco a poco. Había ganado un poco más de peso y su cabello estaba más oscuro y largo de lo normal.
— ¿Si o no?— pregunto Danela.
— Si.— sea lo que fuera que dijo como quiera iba a hacer lo que le diera la gana.
— Mejor no, me dará calor.
Gustavo volteó los ojos y volvió a concentrarse en ella. Que sin preocuparse en taparse corría de un lado a otro dentro del armario.
De pronto se puso un vestido que le llegaba a las rodillas y de tirantes finos, salió del cubículo y dio una vuelta frente a la cama.
— Como todo, te queda genial.— comentó Gustavo mirándole el culo. Era su perdición.
— ¿Tu crees?— Gustavo asintió y Danela sonrió.— Bueno, pues me maquillo y nos vamos.
Gustavo sacó de una gaveta de la habitación una camiseta negra y unos pantalones cargo marrón, se colocó una cadena y se quitó los lentes de contacto para usar sus gafas.
Cuando Danela salió con la bolsa de maquillaje en la mano y cuando lo vio cambiado sonrió.
— Te ves muy guapo Gus Gus.— Danela se acercó para besarlo, jalándolo por la cadena hacia ella.— Eres mi tranquilidad.
— Y tú mi locura.— Danela sonrió y le dio otro beso. Esta vez la mano de Gustavo comenzó a bajar por la piel de su brazo hasta llegar a los dedos.
Tomó su mano y la colocó en su hombro para después bajar la suya hasta el borde del vestido con dificultad. Danela era muy baja y tenía que agacharse más para llegar al lugar sin romper el beso.
Levantó la mano ahora rozando el muslo de Danela y dibujo pequeños círculos sobre la tela de las bragas de Danela. Un poco agitada la chica rompió el beso entre jadeos suaves que apenas se oían dentro del silencio.
Danela lo fue empujando poco a poco hasta llegar al borde de la cama, donde se sentó y quedó mirando su pecho.
— A este paso no saldremos nunca de la habitación.— comentó Gustavo.
— Leon puede esperar.— respondió Danela, besándolo sin reparos hasta quedar ambos tendidos sobre la cama.

ESTÁS LEYENDO
SANO amor
RomanceUn secreto puede corromper una familia completa. Los problemas de nuestros padres no deberían de ser un problema el cual los hijos deban de cargar, o peor aún, pagar las consecuencias. Cuando la seguridad está en riego, la vulnerabilidad convierte e...