24.

100 13 0
                                    

Con calma con los sentimientos

El viaje en camioneta fue muy largo para Max, miraba los alrededores llenos de vegetación a medida que se acercaban al lugar. Un agente del FBI lo acompañaba mientras él seguía marcando sin éxito al número de teléfono de James.

Gustavo había dejado su celular en casa.

— Llegamos.— informó el agente mientras estacionaba frente a una casa antigua y pequeña. Rodeada tanto de agentes privados como de la policía.

Max se bajo a toda velocidad, después de identificarse los agentes lo dejaron pasar al interior de la casa. Las manos le sudaban mientras corría al recibidor buscando a una sola persona con la mirada.

El primero en darle la bienvenida fue Diego, el perro de la familia. Que corrió a su encuentro a gruñirle con recelo. Uno de los guardias lo llevó hasta el pequeño jardín.

— También me da gusto verte.— susurro, pues sabía que no era el favorito del animal.

Unos segundos después Noly bajo una pequeña escalera y sonrió al verlo.

— Hola, bienvenido.— dijo dándole un abrazo. Max también la abrazó, le tenía mucho cariño.

A Noly se le notaba ha kilómetros que no había dormido nada en esa semana, tenía los ojos rojos y unas bolsas pronunciadas que demostraban todo lo que una hermana mayor preocupada estaba pasando.

— Hola, Noly. ¿Dónde está?— Max no pudo ocultar la urgencia en su pregunta.

— Está arriba, pintando.— respondió Noly al notar que hablaba de Alen.

Anteriormente Max ya había ido a esa casa. Sabía que en el piso de abajo estaba la pequeña sala de estar y una cocina/comedor bastante normal. Arriba habían dos habitaciones y un solo cuarto de baño.

Corrió escaleras arriba y diviso el cabello de Alen a través de una puerta abierta. Ella parecía comenzar a pintar un lienzo porque apenas colocaba una capa de pintura roja.

Entro sin tocar y sin hacer un solo ruido. Alen trazaba grandes pinceladas por el lienzo sin prestar atención a su alrededor.

— Hola, preciosa.— susurró Max muy cerca de su cara. Alen se sobresaltó y se giró de inmediato.

Cuando se fijó que era él, salió de su asombro para dar un salto de felicidad, y aferró sus manos a su cuello dándole un fuerte abrazo. Mientras sus piernas se enroscaban en la cintura del chico, este la sujetó por los muslos con cuidado para no dejarla caer.

— ¡Que bueno que has llegado! Te esperaba más tarde.— dijo Alen con la cara roja bajándose de los brazos de Max. Este a diferencia quería detener el tiempo y dejar a Alen en sus brazos.

— Todo se adelantó y he venido unas horas antes. Moría de ganas de verte.

No sabía que hacer. Una parte de él quería tomar sus manos y llenarlas de besos para luego llenarla de besos por toda la cara, pero no se atrevía, por primera vez no sabía que hacer frente a una mujer.

Y Alen tampoco sabía muy bien que hacer. Decidió mirar el suelo mientras Max jugaba distraído con su cabello. De pronto se puso muy serio.

— Necesito decirte algo.— Max soltó un suspiro que preocupó a Alen. Antes de dejarlo continuar, Noly entró en la habitación con el ceño fruncido.

— ¿Dónde está Gustavo?— preguntó la hermana mayor.— ¿No se supone que llegaría contigo?

— Sobre eso.— señaló Max angustiado.— Ha cometido una estupidez. Cuando James se fue me metí a la ducha, y cuando salí, Gustavo se había ido. Encontré un bote de pintura de cabello en su habitación y una nota donde me decía que yo sabía lo que haría.

SANO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora