17.

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Meine schönste Obsession.

— James...

El susurro de Noly lo hizo sonreír mientras anudaba su corbata con dificultad. Debía de estar preparado para la celebración de esta noche al igual que todos los de seguridad. Debían de estar muy atentos.

Max, que estaba al otro lado de la habitación, sonrió para si mismo. Ni siquiera prestaba atención a la recién llegada y a su amigo. Estaba muy entretenido recordando lo bien que se sintió al tener a Alen en sus brazos ayer y lo bien que se la habían pasado.

Se anudaba una corbata blanca, casi plateada. En combinación con el vestido que Alen llevaría, todo como ella misma lo había pedido, quería que él fuera su acompañante de la noche.

— James.— esta vez Noly entró en la amplia habitación, sonrojándose al notar la atención de Gustavo y de Max puesta en ella. Carraspeó y se sintió como una estupida frente a un sonriente James. Quien parecía hacer todo para molestarla.

— ¿Necesitas algo?— preguntó sin dejar de sonreír. Gustavo rodó los ojos, más que hastiado, envidioso de no poder vivir la experiencia que James vivía abiertamente.

Le costaba trabajo entender como no podía tener miedo de que algo saliera mal. Pues obviamente las relaciones como las suyas eran estrictamente prohibidas, pero habían caído en las llamas de la belleza de Danela y Noly. Tal vez también Max caería tarde o temprano, pero dudaba porque sabía su pensar de las mujeres.

Por otro lado, Max solo levantaba las cejas en un gesto de burla. Soltó una carcajada y cuando terminó decidió ir a molestar a Víctor más que estorbar en la habitación. Aún así, Gustavo aún no terminaba de prepararse, por lo que debía de presenciar cualquier acto romántico. Cosa que le daba ñáñaras.

Noly aún en bata, se acercó a James. Tenía el cabello perfectamente recogido en una trenza francesa que caía con elegancia sobre su hombro. Su cara estaba levemente maquillada, aunque sus labios aún no estaban tinturados.

James no pudo evitar mirarlos.

— Yo... quería pedirte que fueras mi acompañante esta noche.— hablo muy bajo y rápido para evitar que Gustavo la escuchara. Cosa que no logro, pues al parecer Gustavo se pasaba tanto tiempo con Danela que se le estaba pegando lo entrometido.

— No te escucho. ¿Lo podrías repetir un poco más alto?— preguntó James acercando su oreja a los labios de la chica. Que apenada miro a todos lados y se aclaró la garganta de nuevo.

— ¿Que si serías mi acompañante?— volvió a susurras con más calma.

— ¡Pero claro, preciosa!— gritó James y Gustavo pegó un salto que regó todo lo que traía en las manos.

— Serás gilipo...

— Bueno, entonces me voy.— interrumpió Noly roja como un tomate al ver a Gustavo tan enojado.— Ten.— le entregó una corbata marrón a su guardaespaldas y casi salió corriendo.

Gustavo enarcó una ceja y se cruzó de brazos. Obviamente esperando una explicación. No habían tenido tiempo de hablar, pero lo obvio no tiene que contarse.

— Solo faltas tú.— ni bien James termino de hablar la puerta se abrió de golpe. Casi casi se rompe el seguro.

— ¡Gus Gus!— Gustavo sonrió internamente mientras hacía una mueca y levantaba el mentón.

Danela se veía hermosa, con la misma bata que su hermana, aunque de un color rosa pálido. No traía zapatos y se podía ver claramente parte de su sujetador de encaje rosa.

SANO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora