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Después de la tormenta
Narra: Noly Relish

No me podía sentir más asustada. Subiendo por el matorral en el que caímos aún seguía temblando. Los golpes en mis brazos me ardían aunque trataba de no pensar en ellos. Miraba a todas partes precavida de que nadie nos quisiera hacer daño.

El chico, James, seguía frente a mi, tomando mi mano hasta sacarme del monte. En cuanto llegamos a la carretera me presto su chamarra y me sonrió de nuevo. Su sonrisa era muy linda y podía llegar calmarme.

Me sorprendió verlo tan serio de pronto.

— Tenemos que ir a la policía.— no, no quería preguntas, solo quería ir a casa.— Se que quizás...

— Por favor llévame a casa.

Apreté su mano sin darme cuenta, lo pensó por un largo momento que se me hizo una eternidad hasta que asintió. Agradecí que lo entendiera.

Me dolía la cara y el cuerpo, quería dormir. Necesitaba llegar a casa por fin y recostarme, tratar de olvidar todo lo qué pasó y seguir con mi vida. Era lo que siempre hacía, porque lo que a mi me pasaba no tenía porque afectar a nadie más. No quería que afectara la tranquilidad de las personas que me importan.

— Te llevare a tu casa.— no me di cuenta cuando James encendió la moto y se subió en ella. Subí en la parte de atrás sin decir nada, rodeé su fuerte cuerpo con mis brazos tratando de sujetarme bien. Se sentía fuerte y se notaba que trabajaba en algo que necesitaba buena condición física.

Se bajo antes de arrancar, tomó su casco y me lo colocó con cuidado. Miraba concentrado hacia mi cuello, donde intentaba ajustar la correa de seguridad. Cuando al fin lo logro, me miro y sonrió, para después poner el cristal que protegía la parte de los ojos.

Es guardaespaldas...

No puedo creer que tuve tanta suerte, que el destino me puso a este ser para ayudarme. Aún sentía miedo, pero su calor me transmitía que todo iba a estar bien.

Sonreí al momento de acelerar, aunque sentía el viento fuerte darme en la cara, no me sentí que íbamos a gran velocidad. Si no que íbamos a menos de la que esperaba.

Nos detuvimos en un establecimiento cercano de comida donde no había nadie. Bajamos de la moto y me abrigue con mis brazos.

— ¿Qué hacemos aquí?— me atreví a preguntar mientras él me quito el casco y me sonrió. Enserio su sonrisa es hermosa.

— ¿Tienes hambre?— me pregunta sin borrar la sonrisa. No puedo evitar fruncir el ceño mientras doy un paso atrás.— Mi madre decía que la mejor cura para un susto es la comida. Así que te invito a comer.

Me revolvía el estómago, pero recordé que no había comido nada desde el mediodía. Decidí asentir con la cabeza al momento que agaché la mirada a mi aspecto horrible.

James a pesar de estar lleno de tierra, estaba bien. Era como si se hubiera caído de la moto y ya. En cambio yo parezco que me ataco un animal salvaje en medio de la selva.

James me tomó de la mano y entramos al local. Nos sentamos en una mesa del centro porque el lugar estaba completamente vacío.

Se agacho frente a mi y me sonrió a la vez que tomaba mi pie con el único tacón que aún conservaba.

— Te deben de doler los pies con estas dagas que tienes por zapatos.— me dijo haciéndome reír. Mi carcajada lleno el silencio del lugar y su mirada me hizo carraspear.— Tú risa es hermosa.

SANO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora