"Yo lo maté"
Dicen que después de la tormenta, viene la calma, pero Danela no sentía que la tormenta se fuera.
Llegaron a un edificio y se adentraron hasta una especie de apartamento con mucha seguridad. Danela se sentó en uno de los sofás de la estancia mientras Gustavo se quitaba el chaleco y lo demás. Dejo su arma y las municiones en una mesa del centro.
— Hay muchas cosas que debo decirte.— comenzó a decir y Danela asintió abrazando su propio cuerpo.— Primero, nadie sabe que estoy aquí.
Danela frunció el ceño y luego abrió los ojos como platos.
— ¿Q-qué?
— Recuerdas que mi padre es el jefe de la agencia de guardaespaldas.— Danela asintió.— Pues mi madre trabaja en el FBI, y anteriormente yo también.
Danela abrió la boca para decir que eso si que no se lo esperaba, pero decidió que mejor no.
— Ok.
— Mi madre me prohibió ser parte de esta misión, pero mi tío Guillermo me ayudó a venir hasta acá y ser parte de su equipo...— se acercó a ella y colocó sus manos en sus rodillas. Danela se tensó de pronto, lo que hizo que Gustavo las alejara y frunciera el ceño extrañado por su reacción al contacto.— ¿Pasa algo?
Danela sintió una tensión en su cuerpo que lo inmovilizó y luego ganas de vomitar. Miro a Gustavo a los ojos y sintió como lágrimas se aproximaban a salir de nuevo.
— ¿Danela?— Gustavo volvió a hablar en un susurro.
— Lo siento...— rompió en llanto.— No pude evitar que lo hiciera.
Gustavo llegó a conclusiones muy rápido y casi cae de espaldas. Se puso de pie de un salto y miro a Danela sin podérselo creer.
— ¿Ese cabron te...?— no pudo terminar la pregunta, sintió un mal sabor en la boca y lo vio todo rojo.
Danela se escondió entre sus manos mientras lloraba y esperaba que Gustavo dijera algo.
— Perdón...
— ¡¿Por qué me pides perdón?!
— ¡Por todo esto! Es mi culpa que ese tipo se fijara en mi. Tenias razón, debí ser más tranquila y no salir tanto de fiesta. Debí de haberme quedado en casa, no haber salido sin ti, hacerte caso cuando me dijiste que no me acercara a ese lugar donde lo vi por primera vez.
Gustavo cerró los ojos y trató de calmarse. No era culpa de Danela nada de lo que estaba pasando. Aunque hubiera permanecido en su casa como Alen, ese tipo iba a saber de ella, pero por razones que ella no sabía.
— No es tu culpa ser como eres. Ese hombre estaba loco.— dijo arrodillándose de nuevo frente a ella, esta vez sin tocarla.— Lamentó gritarte, pero no me pidas perdón por algo que no pudiste controlar.
— Yo podía...
— Danela, ese hombre te violó.— el que se lo dijera él era aún más doloroso.— Una violación nunca será culpa de la víctima, no importa... No importan las circunstancias, no importa un demonio que hayas hecho.
Danela soltó un sollozo y lo miro a los ojos.
— Yo nunca...— no supo cómo decirle que ese hombre se había llevado algo preciado para ella.— Nunca había... Y ahora no seré lo que esperabas, lo que yo quería darte ya no está. Mi muestra de que podía ser la mujer que amaras...
Gustavo agachó la cabeza cada vez más cabreado, quería revivirlo para matarlo a golpes. Quería que se pudriera en el infierno. La muerte había sido muy piadosa con él, Daniel se merecía sufrir.

ESTÁS LEYENDO
SANO amor
Любовные романыUn secreto puede corromper una familia completa. Los problemas de nuestros padres no deberían de ser un problema el cual los hijos deban de cargar, o peor aún, pagar las consecuencias. Cuando la seguridad está en riego, la vulnerabilidad convierte e...