16.

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¿Por qué lo hiciste?

Danela hablaba sin parar con Leon en su habitación. Le contaba sobre todo lo que aprendió en el pequeño entrenamiento de Gustavo y lo bien que lo había pasado. Todo obviando el tema de su pequeña relación secreta.

Nunca pensé que tú Gus Gus fuera tan divertido, yo también quiero clases particulares.— comentó entre risas Leon a través de la línea.

— Es inmenso ese lugar.— sonrió Danela recordando todo.— Y es divertido, aunque sude como nunca.

Noly abrió la puerta en ese momento y sonrió. Danela le devolvió la sonrisa porque sabía lo que sucedía, en realidad estaba muy contenta y su alegría nada ni nadie se lo quitaría.

— Te llamó luego, cariño.— colgó Danela mientras se colocaba los zapatos.— ¿Llegaron?— le preguntó a su hermana aunque sabía la respuesta.

Noly asintió y dejó espacio en la puerta. Danela salió corriendo hasta llegar a la planta baja donde sus padres estaban de pie aún con bolsas de compras en las manos.

— ¡¿Dónde están mis sabores de helado favorito?!— grito su padre soltando todo lo que cargaba al suelo y extendía los brazos a sus lados.

— ¡Papi!— gritaron Danela y Alen mientras se lanzaban sobre él y lo abrazaban con fuerza. Noly se quedó a una distancia prudente.

— Me alegro de verlas mis niñas. ¿Danela, cómo te sientes?— le pregunto tocando su frente.

— Estoy bien.— se quejó con una mueca. Los tres guardaespaldas llegaron entonces y miraron la escena con su característica expresión seria.

— ¿Las han cuidado bien?— preguntó Miguel amablemente mientras los observaba aún abrazado de sus hijas.

— Sí.— susurró Danela y carraspeó, sonó más ilusionada de lo que hubiera querido.— Bueno, hacen lo que pueden.— hizo una mueca de fingido desagrado.

Su padre no noto su mentira por fortuna, y rápidamente tocó su hombro con expresión cansada.

— Se que no te termina de agradar todo esto, pero es por su bien.— comentó y Danela asintió cabizbaja. No le gustaba ocultarle cosas a su padre.

Noly entonces se acercó por fin y su padre le dio el más grande de los abrazos.

— Mi princesa mayor, espero que todo vaya bien con tu editorial.— comentó cuando la soltó.

— Todo bien.— respondió.

Kiara Relish se quito las gafas, parecía hastiada de la vida mientras volteaba a ver a sus hijas. Cuando observo a Alen, sonrió un poco más.

— Mi niña.— soltó todo lo que traía y la abrazó, pasando por un lado de Danela como si no existiera. Quien no pareció darle importancia, pues ya estaba acostumbrada a este trato.

Pero Gustavo si lo noto, y frunció el ceño al notar lo decaída que se puso.

— ¿Cómo va la galería?— le preguntó.

— Bien.— mintió. Había acordado con Max en no decir nada de sus sospechas a la familia. Esperaría a que pasara la celebración de su cumpleaños para dialogarlo.

— Me alegra tanto.— sonrió aún más mientras la tomaba de las mejillas. Señaló las bolsas sin mirarlas.— Ahí hay unos obsequios para todos, esperamos que les gusten.

Danela fue la primera en rebuscar en las bolsas, encontrando muchos obsequios rosados que obviamente tenían pinta de ser para ella. Sonrió ampliamente mientras miraba a su madre de reojo.

SANO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora