Separada
Los nervios están a flor de piel, Noly y Alen intentan detener el sangrado de Max, mientras este último está cada vez más pálido. Aún así no suelta el arma y no baja la guardia.
Por otro lado, dentro de la casa, James logra dispararle a dos hombres encapuchados, mientras que Gustavo forcejea con otros dos. No vio a dónde fue Danela, y le preocupa tampoco ver al cabron que se la quería llevar.
Las balas se detuvieron al poco rato en que terminaron con todos y abrieron paso a un silencio melodramático que a este punto lastimó el corazón de los guardaespaldas. Poco a poco James y Gustavo caminaron por la cocina, saltando sobre los cuerpos sin vida de hombres vestidos de blanco.
Nada.
Danela no estaba por ninguna parte. El dolor que cobro vida en el pecho de Gustavo lo hizo soltar un grito desgarrador. Se sentía tan impotente y frustrado, porque al final de cuentas no había protegido a Danela como ella lo merecía, lo mínimo que debía hacer.
— ¡Mierda!— le dio una patada a una de las sillas. De la nada más guardaespaldas llegaron aún apuntando con sus armas a los cuerpos que veían en el suelo. Como si ahora sirviera de algo.
James no sabía que decir, entendía a su amigo, no proteger a su cliente era una falta muy grave en su trabajo, pero siendo realistas, no podían combatir y proteger ante más de treinta personas a la vez. Sin contar todas las que invadieron desde el principio. James comprendía la frustración y la rabia de su mejor amigo.
Lo que no entendió eran las lágrimas que desbordaban sus ojos.
— Iré por ella.— dijo en un susurro lleno de determinación. James frunció el ceño mientras lo detenía por los hombros.— Suéltame.
— ¿Qué haces? No puedes saltarte el protocolo así.— replicó James mientras no comprendía nada. Su mejor amigo nunca rompía las reglas de esta forma.
Tal vez era la primera falla de Gustavo como guardaespaldas, pero llegar a ponerse así por alguien que entendía que no apreciaba más que como su cliente era surrealista.
— A la mierda el protocolo, iré por ella.— se safo de su agarre y se limpió la cara con el dorso de su mano. James lo siguió para intentar detenerlo, pero un grito los hizo detener a ambos.
— ¡Gustavo!
James se volteó a observar a su mentor y jefe, Alberto. No se veía para nada contento y se notaba lo preocupado que estaba.
En cuanto estuvo junto a ellos los fundió en un profundo abrazo. James correspondió un poco apenado y nervioso por todo lo que sucedió. Mientras Gustavo se apartó de nuevo de golpe.
Entonces la mirada de Alberto se oscureció en evidente enojo en dirección a Gustavo.
— Lucia y Danela son la misma persona.— mencionó y a James casi le da un soponcio de la sorpresa. Gustavo no decía nada, apreto las palmas en dos puños que volvieron sus nudillos blancos.— No puedo creer que me mintieras de esta forma. Tarde o temprano me enteraría. ¿Qué pretendías? ¿Ocultarlo para siempre?
Gustavo seguía sin decir nada.
James tampoco se metía, seguía procesando todo lo que había escuchado y estaba atando tabos.
Entonces sintió miedo cuando Alberto posó su mirada sobre él. Podía ser un hombre excepcional, con grandes valores y le tenían un respeto superior. Por eso mismo tanto Max, James y Gustavo le tenían cierto tono ligero de miedo. Aunque ahora Gustavo no parecía temerle tanto.

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SANO amor
RomanceUn secreto puede corromper una familia completa. Los problemas de nuestros padres no deberían de ser un problema el cual los hijos deban de cargar, o peor aún, pagar las consecuencias. Cuando la seguridad está en riego, la vulnerabilidad convierte e...