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Pasados dolorosos
Narra: Danela Relish

Acabo de llegar de la universidad. El recuerdo me atormenta hoy más que nunca. Es ese día del año que aún me carcome la vida y no me deja continuar. Siento como más lágrimas salen de mis ojos y caen sobre mis muslos.

Me encuentro en la cima del árbol más alto del jardín. Desde mi posición logró ver el área de la piscina, el recuerdo del accidente me deja claro que no voy a poder nadar nunca más. No por el daño en mi pierna, sino el daño en mi mente.

— ¡Señorita Danela!

Es el sexto grito que escucho desde el suelo. Gus Gus se empeña en que me baje del árbol porque piensa que me voy a hacer daño. No quiero hacerlo, me harta escucharlo hablar y quejarse de todo lo que hago mal. Ni mis padres se empeñan tanto en mi vida como este idiota.

— Se va a caer y el golpe va a ser muy...

— ¡Ya cállate por Dios!— le grito harta de su insistencia.— Me he subido aquí desde niña y nunca me ha pasado nada.— le respondí mientras lo miraba, cruzaba los brazos y podía notar como estaba enojado.— Aleja tus malas vibras de aquí.

Volví mi mirada al frente, no soportaba verlo un minuto más. Me sentía observada y no podía hacer nada sola. Cuando iba al baño, estaba en la puerta. Cuando hablaba con alguien, estaba cerca escuchando.

Me preguntó que si tengo sexo con alguien, ¿se meterá a verificar si usamos condón?

De pronto el árbol se comenzó a mover, me sostuve de una de sus ramas hasta que vi como Gus Gus subía a duras penas hasta mi lugar.

— ¿Ahora también subirás aquí? Quiero estar sola.— le dije mientras él se sentaba a mi lado en la misma rama.

— Parece una niña pequeña.— habló mientras yo me encogía de hombros. Me importaba muy poco lo que él pensara de mi.— Sobre lo qué pasó ayer...

— Deja de meterte en mi vida. Haces tu trabajo y ya, no te metas en lo que no te importa.

— Me importa.

Sus palabras tan esporádicas me hicieron girarme hacia él, no sabía muy bien como tomar la mirada que me estaba dedicando, era neutral. Siempre tenía esa expresión que no me decía nada, es como si fuera un témpano de hielo.

— Es mi trabajo que usted me importe.

Entonces comprendí que solo se trataba del trabajo. Que estupida. ¿Y de qué más si no era eso? Le pagaban para que anduviera de metiche en mi vida, realmente no le importaba yo en lo más mínimo.

Y no se bien por qué eso me enoja tanto.

— Ya.— fue lo único que dije mientras me resignaba a que estuviera aquí. No tenía ganas de seguir peleando con él.

Leon me llamo en ese momento. Tome el celular, pero cuando vi su nombre, ni siquiera contesté. Habían acordado ir a una fiesta el día de hoy, Leon salió con Melissa, Lucia y Travis. Eran nuestros amigos, pero yo no quería salir hoy, era una fecha sensible para mi.

— ¿No va a salir esta noche?— preguntó Gus Gus mientras me veía guardar el celular.

— Por una vez en tu vida, solo por hoy. ¿Podrías no hablar? Quiero un poco de paz.

SANO amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora