XXV

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Para cuando volví a abrir los ojos el sol ya se asomaba con toda la abundancia que tenía para ofrecer a las afueras de mi habitación en Polis. Con los dedos hormigueando por el evidente cansancio que aún me abrumaba toqueteé la zona en la que había recibido el golpe que me dejó inconsciente, sintiendo leves punzadas de dolor.

Tratando de dejar de lado toda molestia que podía sentir en el momento, me levanté de mi cama con tal brusquedad que mis ojos desenfocaron a los primeros segundos, pero nada que me hubiera impedido reincorporarme tan solo un tiempo después. Si algo debía atribuirnos a Chantria y a mí era que la modestia podía, hasta cierto punto, describirnos, por lo que tardé más tiempo del que esperaba en encontrar un espejo que me dijera que ya no tenía la sangre de los guardias del Monte Weather en mi rostro, que cargaba con un muy leve moretón en mi mejilla y que seguía usando la misma ropa en la que viví todas las tragedias que ocurrieron estas últimas semanas.

—Miren quién despertó —habló Chantria entrando por la puerta de la habitación, haciendo que me sobresaltara y observándome tratando de ordenar las cosas que habían ocurrido hace algunas horas en mi mente—. Pasaron demasiadas cosas mientras no estuviste, me costará trabajo ponerte al día pero lo intentaré —finalizó con una sonrisa sentándose apaciblemente en la orilla de su cama.

Comencé a quitarme la ropa que tantas náuseas me ocasionaba sin importarme que Chantria estuviera ahí. Nos teníamos la confianza suficiente.

Una vez que se percató que no tendría intenciones de hablar al menos hasta que ella me contara todas las cosas que consideraba importantes, decidió no esperar un segundo más y carraspeó la garganta.

—Esta chica... ¿Carly? ¿Claire?

Clarke —aclaré de pronto, sabiendo que podía ser una parte importante en la historia que me contaría a continuación.

Me sorprendí ante lo grave que mi voz aún sonaba. Autoritaria, podía decirse. Cerré los ojos y negué con la cabeza, ¿quién sabe qué otras cosas viviría por haber estado tantas horas inconsciente en contra de mi voluntad?

—Esta chica, Clarke, dice que logró escapar de la montaña junto con la misma Anya.

—¿De verdad? —pregunté fingiendo asombro.

Lo sabía, fui yo quien la ayudó a escapar, mas no estaba esperando esa parte de que se topara con la mentora de Lexa en el proceso.

—Así es —continuó, dejándose caer por completo en el colchón de su cama. Si bien no sabía con certeza por todo lo que había pasado mientras yo estaba cautiva en la montaña, supuse que se merecía un buen descanso—. Pero eso no es todo. Verás, éste niño... Finn creo que era su nombre, se volvió loco... de remate y decidió que era una buena idea terminar con toda una aldea.

Ante el genuino pasmo que me causó escuchar lo que Finn había hecho después de luchar contra sus afanes de estar unido con nosotros dejé caer el cinto cruzado al pecho que en el momento me estaba colocado. Chantria lo pasó por alto, pero temía que cualquier movimiento fuera a delatar lo que sentía por todo lo que estaba ocurriendo.

—Lexa estaba furiosa —aclaró en voz un poco más baja, triste por la manera en la que las cosas se dieron—; pero aún así accedió a hablar con Clarke para la posibilidad de esta unión para sacar a la gente del cielo y a todos ustedes del Monte con la condición de que, bueno... de que Finn muriera —pausó, esperando a que dijera o hiciera algo que le diera a entender que le estaba prestando atención, mas estaba demasiado ocupada tratando de darle sentido a la realidad en la que estaba viviendo que no pude hacer demasiado—. Clarke se encargó de ello, para sorpresa de todos, Tondc fue bombardeado, Clarke y Lexa se besaron y entonces todo un ejército fue al Monte listos para darles lucha aunque, en realidad, no tuvo demasiado caso.

MY BLOOD | jasper jordanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora