XXXI

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Tres caballos robados y varias horas después de haber cabalgado con cuidado de que a Jasper no le pasara otra cosa finalmente regresamos a Arkadia. Habíamos dejado tanto a Monty como a Bellamy a las afueras del lugar debido a que su insistencia por salir a buscar señales de vida de sus respectivas familias no iba a dejarlos calmados y nadie estaba dispuesto a ponerse en su contra, no después de todo lo que habían tenido que vivir para la latente posibilidad de dar con ellos.

—¿Te importaría explicarme? —me preguntó Abby cuando logró apoyar a Jasper sobre su hombro para llevarlo a lo que se le conocía como el ala médica.

Me encogí de hombros, apresurándome a tomar todas nuestras pertenencias de la silla del caballo para alcanzarlos.

—Estábamos siguiendo una señal del Arca —comencé con cuidado, dándole la oportunidad de que digiriera todo lo que estaba por decirle sin que se exaltara— y, para cuando llegamos al lugar de donde provenía, sólo nos topamos con guerreros de Azgeda.

Se detuvo en seco y fue ahí cuando caí en cuenta de que había cometido un error. La mirada que me dirigió después estaba muy lejos de ser relajada o, tan siquiera, compasiva.

No se necesitaba de un sexto sentido para saber que estaba molesta; pero algo en sus emociones sobresalía. No era enojo lo que predominaba en ella en aquel instante, sino que la confusión se asomaba con ayuda de un brillo particular en sus ojos.

—¿Quién les dio autorización para alejarse tanto del campamento? —preguntó la misma Canciller con un tono frustrado mas que molesto por haber ignorado parte de sus órdenes. Cuando estuve a punto de responder sabiendo que la culpa fue mía al exponer al grupo con el que iba de aquel modo ella volvió a soltar una pregunta que, de tener una respuesta que la convenciera lo suficiente, pasaría por alto lo que acabábamos de hacer—. ¿Hubo algo de Clarke?

La decepción entorpeció mis pasos. Si era difícil para Bellamy y la gran mayoría de las personas que habitaban en el campamento no saber nada de alguien tan importante para ellos como lo era Clarke no podía imaginarme el efecto que su ausencia tendría en su propia madre y, aún cuando Abby conocía la respuesta, no dejaba de tener esperanzas con respecto a ella, lo cual hizo aún más complicado para mí dirigirle una negación con la cabeza.

No hubo cambio alguno en su expresión o en su postura, en su lugar decidió apretar el paso para llegar más pronto al ala médica de a lo que ahora muchos de nosotros considerábamos hogar.

Como era de esperarse, no existía forma alguna de que Jasper fuera la única persona esperando ser atendida; en su lugar nos topamos con el área de espera ocupada en su mayoría con solamente cuatro asientos libres.

—Esto puede tomar un rato —soltó Abby mientras ayudaba a Jasper a sentarse— u horas, tal vez. Sea lo que sea, asegúrense de no moverse de aquí... —hizo una pausa, mirando la vibrante herida que él cargaba en el cuello y después a sus ojos de una manera... distinta; parecía que su comportamiento estaba afectando a más personas de las que creía—, mucho menos tú.

Haciendo caso a las instrucciones de la misma canciller, tomé asiento a lado de Jasper, quien no dejaba de sostener el vendaje terriblemente improvisado cubierto por completo de un rojo vibrante. Trataba de convencerme a mí misma que habíamos dejado lo peor atrás; pero no podía: toda la gente herida o enferma que me rodeaba no hacían que mi estancia en la sala fuera la más placentera y pensar en lo que le pudo haber pasado a Jasper de no ser por todas las balas que dejé escapar por la adrenalina del momento no abandonaban mi mente.

Pero no podía dejar que nadie me viera consternada, mucho menos él.

Inhalé aire para ayudarme a estar erguida. Vista al frente, sin ninguna expresión de por medio para no delatar lo que realmente sentía en aquel momento.

MY BLOOD | jasper jordanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora