XXVII

164 11 0
                                    

Después de haber subido por incontables escaleras que estaban a punto de arrebatarme la respiración finalmente llegamos al segundo nivel del Monte. Tratando de mantenernos en silencio mientras tratábamos de hacernos caminos por los vastos y ahora espeluznantes pasillos grises, además de que la humedad que se propagaba en todo el ambiente junto con las luces que parecían no querer mantenerse encendidas no ayudaban a que me sintiera más tranquila. Me iría a ser casi imposible mantenerme cuerda después de escuchar lo que Bellamy tenía para decirme y pensar en que a Jasper le pudo haber pasado algo en mi ausencia me debilitaba las piernas.

Gran parte del camino confíe enteramente en Bellamy y en el plan que podría tener en mente aún cuando tal vez no estaba contemplada en éste aunque, después de cierto tiempo, la duda me abrumó por completo cuando me di cuenta de que nos dirigíamos hacia una pesada puerta metálica que parecía no querer abrirse desde afuera. 

Tragué saliva, de verdad no me había arriesgado a salir de Polis y ser desterrada de todo lo que conocía en el proceso para permanecer dentro de un cubículo húmedo en el lugar del que Lexa siempre me advirtió.

—Escúchame —le solté de pronto, provocando que se detuviera—, si tu plan es encerrarme hasta que todo esto termine y entonces puedas llevarme como tu prisionera o lo que sea en lo que estés pensando, te aconsejo que te detengas aquí.

Él ni siquiera se notó tenso por mis palabras y, en su lugar, tocó su puño contra la puerta con determinados ritmos y tiempos.

—No seas ridícula —respondió sin mirarme a la espera de que la puerta se abriera—. No te ayudé a recorrer todo el lugar sólo para mantenerte fuera de... lo que sea que tenga que pasar. Te necesitamos, y tengo que estar seguro de que no te vas a meter en problemas.

Abrí la boca para hablar antes de que el sonido de la puerta arrastrándose por el suelo me arrebatara la oportunidad.

Una mujer de cabello largo salió con prisa del cubículo y de inmediato se abalanzó sobre Bellamy para abrazarlo y, con ello, agradecerle por que estuviera bien. La realidad era que no reconocía a todos los que se encontraban en el campamento antes de que los hombres de la montaña nos tomaran cautivos y, sabiendo que más de su gente había llegado para estar con todos ellos, me sería mucho más complicado conocerlos a todos.

Aunque no podía serme tan difícil saber de quién se trataba cuando la escuché referirse a Bellamy por unas cuantas sencillas palabras.

—De verdad te tomaste tu tiempo, Bell.

Estaba atónita. Octavia no era en absoluto como la recordaba aunque, para ser honesta, sólo la había visto pocas veces y no precisamente en las mejores condiciones o momentos. Su cabello estaba trenzado, su ropa no se asemejaba para nada a lo que llegaron vistiendo o a algún disfraz para hacerla pasar desapercibida frente a los hombros de la montaña, sino que parecía tener como objetivo todo lo contrario y, alrededor de sus ojos, había pintura negra que daba a entender que ahora era una guerrera, que ahora era una de los míos.

—Tuve que ayudar a alguien con quien me topé en el camino —le respondió Bellamy con tranquilidad girándose para verme.

Octavia igualmente me recorrió con sus ojos, dejando caer sus hombros cuando se dio cuenta de la naturalidad con la que Bellamy hablaba de mí y como yo no tenía intención alguna de ir en contra de ellos.

—¿Qué está haciendo aquí? —preguntó sin llegar a hacerlo de un mal modo, sino que estaba consciente de todo lo que Lexa había hecho y estaba sorprendida porque haya ido en contra de lo que se estableció en un principio.

—En sus palabras está ayudándonos a salvar nuestros traseros —respondió él con una sonrisa satisfecha asomándose en su rostro—. Necesito que la cuides, y tampoco quiero que ninguna de ustedes haga algo que esté fuera de los planes que tenemos.

MY BLOOD | jasper jordanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora