MY BLOOD | jasper jordan

XII

Salí de Polis mucho antes de que el sol tan siquiera amenazara con salir, mucho antes de que Chantria se despertara y mucho antes de que Lexa se sentara sobre su trono en el salón principal. Era vital que nadie me viera, inmediatamente comenzarían a cuestionarme y con ellos las sospechas de que ocultaba algo se extenderían. Lo que pasara después era fácil de imaginarme: la gente no me vería como nada mas que una traidora y tendría que someterme al castigo de los mil cortes y, a pesar de saber que todo lo que hacía iba muy en contra de todo lo que me habían enseñado desde que tenía uso de memoria, aún no estaba dispuesta a terminar siendo comida de insectos.

Tenía que irme con cuidado; anoche que la preocupación me arrebató cruelmente todas mis horas de sueño, la señal de fuego que indicaba la presencia de los Segadores en el territorio, aparte de que la alerta incitaría a los demás a ir camino a la capital y se toparían conmigo. Tragué saliva. Podía escuchar las preguntas de quienes creían que estaban hablando acerca del porqué una sangre nocturna había decidido salir de excursión en lugar de estarse preparando para hacerles frente a los invasores.

Cuando estuve cerca del campamento me trepé a los árboles para buscar a Jasper con la mirada y ver cómo estaban manejando las cosas aún antes de saber que toda una armada los atacaría más temprano que tarde.

A pesar de la altura era capaz de escuchar con claridad todo lo que tenían que decirse entre ellos. Observé a Octavia acercarse con prisa a la nave y preguntarle a Bellamy algo que hizo de mis días algo mucho más estresante.

—Escuché que Murphy tiene a Jasper.

Mi corazón dio un vuelco al mismo tiempo en el que tuve que aferrarme a la madera de las ramas sobre las que estaba sentada para evitar caer cuando la escuché hablar. Haberme arriesgado a venir aquí para mantener a Jasper a salvo y saber que estaba siendo el rehén de uno de los suyos no era como esperaba que el día fuera.

—Sí —se limitó a decir Bellamy—. ¿Está lista la trinchera sur?

Rodé los ojos. Su papel de líder parecía serlo todo para él, aunque a mí no me parecía que lo supiera llevar a cabo debido a su falta de organización en las prioridades por el bien de todos quienes estaban bajo su mando auto-impuesto.

—¿Qué? —le volvió a preguntar Octavia, evidentemente alterada—. Bellamy, mi amigo está ahí adentro con un asesino.

—Mira a tu alrededor —Bellamy se inclinó para hablarle, ignorando lo que su hermana le había dicho y con intenciones de que nadie de los que se encontraban ahí los escucharan discutir—, nadie está trabajando. Si los terrestres nos atacan ahora estamos todos muertos.

Octavia le hizo caso nulo a sus palabras y, después de apartarlo, se acercó con la misma determinación que tenía para discutir con su hermano a la gran estructura metálica, alzando la voz de una manera que atrajo la atención de todo mundo.

—¡Murphy, si tocas a Jasper juro por Dios que te mataré!

—Octavia, yo me encargó.

Pero ninguno de los dos lo iba a hacer. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba Jasper adentro con el tal Murphy; pero, sin importarme, me iría a esforzar por sacarlo de ahí.

Me acerqué lo más que pude a la nave recorriendo las ramas de los árboles. Además de los muros, ahora también había piezas de metal enterradas alrededor del campamento. No sabía con certeza lo que eran; pero para estar acomodadas de una manera que pareciera ser estratégica, me quedaba claro que se trataba de una trampa. Sacudí la cabeza para concentrarme en lo que haría y, al estar lo más lejos que podía de dichos bordes, me dejé caer desde el árbol.

—¿En serio? —le pregunté una vez que me planté con firmeza en la tierra—, porque parece que no estás haciendo nada al respecto.

De un momento a otro el sonido de las armas cargarse se hizo presente y, una vez más, gran parte de los presentes formaron un medio círculo a mi alrededor con posición ofensiva. Pareció ser que Bellamy tardó en procesar un poco más el hecho de que me había vuelto a encontrar en su campamento aún después de las amenazas que me dirigió la primera vez que interactuamos. Una sensación de orgullo me recorrió la espalda. A pesar de no ser de los suyos, que estuviera en su contra le demostraba a los demás que no me iba a dejar intimidar por nada que me dijera o hiciera.