XXIV

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Nos habíamos adueñado por completo del quinto nivel del monte, el cual albergaba la extensa zona del comedor y, por ende, la gran cocina con pisos y paredes tan brillantes que uno podía verse reflejado en estas sin poner ningún esfuerzo de su parte. Aprovechando me escabullí a esta última con el propósito de buscar cualquier cosa que nos sirviera para hacerles frente a todos los guardias que no se irían a detener hasta capturarnos a todos independientemente de que la doctora Tsing ya no estuviera alrededor para darles ordenes.

Mis ojos se posaron de inmediato en los brillantes cuchillos de todos tamaños que colgaban de las paredes, acercándome a ellos y acumulando todos los que podía encontrar en mis manos sin importarme el ardor que alguno que otro corte provocaba. Cuando dejé atrás la cocina y volví a entrar de lleno al comedor, noté cómo todos se movían tan frenéticamente por todo el lugar con cosas en sus manos y respiraciones agitadas.

Tantas cosas parecían estar ocurriendo que tuve que hacerme paso con cuidado para no lastimar a nadie hasta dejar el pequeño lote de armas que había recogido en la mesa más cercana que encontré. No fue necesario decir una palabra, con el sonido del metal golpear repetidas veces contra la superficie de madera fue suficiente para que todos se acercaran a tomar uno.

—¡Tomamos el nivel, pero ahora debemos conservarlo! —exclamó Jasper con fuerza para que nadie malinterpretara las cosas que pudiera decir—. ¡Vendrán y necesitamos estar listos!

Dejé que los demás tomaran posesión de todos los cuchillos que yo había llevado, asegurándome de que mi fiel daga aún se mantuviera entre mi piel y la tela del pantalón que llevaba.

Me acerqué hacia Jasper trotando, sin poder evitar sonreír levemente al escuchar la confianza con la que les daba órdenes a todos los demás. A final de cuentas creía firmemente que podría aprender algo de él para cuando así lo necesitara.

En nuestro camino nos topamos con una chica que aún cargaba con uno de los tubos que anteriormente pertenecían a las camas, llevándolo por detrás de su espalda y con un objetivo claro frente a ella.

—¡Cuidado! —gritó, antes de romper en pequeños trozos de vidrio una de las esferas cortadas a la mitad que se encontraban fijas a las paredes.

—Bien, Fox —dijo Jasper sin molestarse en mirar hacia atrás para ver con certeza lo que acababa de hacer. Sin detenerse y sin mirar a cualquier otra cosa que se encontrara frente a él se dirigió a mí—. Ems, ¿te importaría encargarte de las cámaras en los pasillos?

Asentí con la cabeza.

—Estoy en eso —respondí apresuradamente, lista para correr hacia donde fuera que estuvieran.

—No, déjalas —intervino Monty; al darse cuenta de que Jasper no estaba enteramente convencido de lo que dijo siguió hablando mientras tampoco dejaba de caminar—. Necesitaremos ojos allí.

Aún sin saber muy bien a lo que se refería decidí hacerle caso. Jasper parecía seguir confundido y, con la esperanza de disipar las dudas que pudiera tener con respecto a los planes de su mejor amigo, decidió lanzarle la pregunta.

—¿Puedes hacerlo?

Y Monty sólo nos miró curvando una leve sonrisa de lado.

—¿Me conoces?

Sin dejar que nada más nos detuviera, nos dirigimos a otra de las grandes puertas que, con demasiada suerte, nos mantendría seguros hasta que lográramos deshacernos de 

—¿Las puertas? —pregunté, un poco preocupada porque en realidad no nos hubiéramos hecho cargo de todas las cosas en la lista—. ¿Qué hay con ellas? ¿Todas están cerradas?

MY BLOOD | jasper jordanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora