30. ¿Por qué eres tan directa mujer?

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Rebecca.

Íbamos camino a una tienda de telas, el trayecto era tranquilo.

—¿Qué color tiene planeado elegir?

—Un azul profundamente precioso, como el de tus ojos.

André abrió los ojos como platos.

—No puede ser Rebecca Müller me acaba de decir algo cursi, no lo puedo creer.

—No te acostumbres.

—Oh claro que lo haré—levantó sus cejas una y otra vez—Ya llegamos.

Bajamos del auto y entramos a la tienda, comencé a ver los colores y tipos de tela, ninguno me gustó así que decidimos ir a otro lugar.

A todas las tiendas a las que fuimos, en ninguna encontré la tela con el azúl perfecto.

—Esta era la última en mi lista, no conozco más tiendas.

—Conozco una, la cual está cerca—comentó André mientras encendía el auto.

Un par de minutos después ya André había estacionado en una tienda muy bonita, nunca la había visitado.

Al entrar me topé con telas hermosas y de todos los colores posibles ¿Cómo era posible que nunca había visitado está tienda?

Después de tanto buscar no logré encontrar el azul perfecto pero en su lugar encontré un verde esmeralda precioso.

—¿Cuánto serían tres metros de tela?—pregunte a la empleada.

—Serían ciento cincuenta dólares.

QUÉ.

—¿Ciento cincuenta dólares?—realmente estaba muy sorprendida.

—Si.

—¿Y la tela brilla en la oscuridad o cambia de color?—andre estaba a mis espaldas tratando de contener la risa—eso es mucho dinero.

—Señorita lo que pasa es que la tela es importada.

—¿De dónde? ¿Saturno?—me parecía mucho por tres metros de tela, en otro lugar me hubiese llevado los tres metros por la mitad del precio.

Tú misma lo has dicho "en otro lugar".

Buen punto, conciencia.

André colocó sus manos en mis hombros.

—Piccola, tranquila yo lo pago.

—Ah no, eso no.

André estaba loco si pensaba que iba a dejar que comprara la tela, ya André había hecho mucho por mí.

—Cariño, ya has hecho y gastado mucho por mí, el collar, el cuatro patas sin nombre, la remodelación de mi habitación y el mini estudio, es mucho André.

André se acercó a mí, besó mi frente y sacó su tarjeta de crédito

—¿Sabes por qué está tarjeta de crédito y el amor que siento por ti se parecen?

—No, ni puta idea—André me miró mal, había caído en cuenta que no le gustaba cuando decía "malas palabras".

—Que ambas no tienen límite alguno—dió un casto beso en mis labios y entregó su tarjeta a la empleada.

—Te lo pagaré, en cuanto consiga empleo te lo pasaré.

—Acepto todo tipo de pago—sonrió pícaramente.

—André, hablo en serio.

—¿Por qué me llamas André?

—Porque así te llamas—él negó un par de veces con la cabeza—¿Cómo te llamas ahora?

Te Cielo ♡ [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora