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Dos semanas después...

-Maldición SunWoo. No pienses que voy a llevarte así. Ve y cambiate.

-No quiero niño, a mí me gusta... ¿No me veo bonito? Porque lo soy.

-Eso a mí me vale una mierda, vas a trabajar no a que te miren como un pedazo de carne.

-¿Qué tiene mi atuendo?

Riki lo miró de arriba a abajo y viceversa, se veía jodidamente sensual y provocativo. Justo ese era el motivo de su odio a la vestimenta del mayor.

Sunoo llevaba un pantalón negro, ceñido a su fina cintura, uno bastante ancho y además este estaba abierto hasta la parte superior de sus muslos dejando poco a la imaginación a decir verdad. En la parte de arriba traía un crop top de mangas cortas de un celeste pastel que dejaba ver un poco de su abdomen.

-Ve a cambiarte. No pienso llevarte así al trabajo...

En realidad, si fuera por él, no lo dejaría cambiarse para llevárselo directamente a su habitación y claramente no lo dejaría salir hasta el día siguiente. Pero, no podía hacer esas cosas ya que el peliblanco no estaría de acuerdo.

Por su parte, el chico le restaba importancia a lo que sea que estuviese pensando Riki de su estilo. Aunque en el fondo... Sí le estaba dando importancia... Bien sabía que no le iba a gustar nada a su menor el hecho de que se vistiera de esa forma y justamente por eso decidió usar esas prendas que ya hacía mucho tenía por estrenar.

Harto de ver la terquedad del mayor, se quitó la chaqueta negra de cuero que llevaba encima y se la puso encima. Sorprendiendo al otro debido a la delicadeza con que lo hizo, puesto a que no se esperaba el gesto y los últimos días el menor sólo era indiferente o tosco por momentos.

Sonrió internamente sin saber el porqué. Riki lo hizo también al ver lo tierno y pequeño que se veía Sunoo en su ropa la cual era excesivamente grande para el chico.

Alto, no, no era tierno.

-Hey, no se vale... ¡Mira tu camisa!

-¿Qué tiene? Es negra...

-Sí, pero negra transparente... —reclamó el mayor con un puchero en los labios y el ceño fruncido, llegando a verse más adorable—

Estaba molesto, muy molesto. En verdad no era nada justo.

-Pero al menos nadie me va a ver como un gran filete de carne... Un filete bastante apetitoso y jugoso... —comentó, desviando la mirada a la cintura del contrario, re lamiendo sus labios por instinto—

Al notar dicha acción no dijo nada, pero su rostro... Vaya que si hablaba. Su rostro estaba al rojo vivo y sus ojos se hallaban perdidos debido al nerviosismo.

-P-pero... ¡A tí también te verán así! ¿No te has visto en un- —él mismo cortó sus palabras antes de decir algo de lo que podía arrepentirse al instante en que termine de abandonar sus labios— E-eso decir...

Hwang sonrió ladino ante las acciones del otro, le era entretenido verlo de ese modo ansioso por nadie más que por él mismo. No pudo esta vez contener su diversión y soltó una ligera carcajada confundiendo aún más a su "hyung".

-¿Y ahora qué te pasa, idiota? —cuestionó empujándole— ¿Qué es tan gracioso?

-¿Te gusta lo que estás viendo, no? —se limitó a preguntarle con algo de sorna en su voz—

-¡N-no! ¡Para nada! Sólo... No es justo...

-¿Para tí o para mí?

-¿Vamos o no al trabajo? —ya no podía ni quería seguir la discusión tonta que estaban teniendo, si quería que lo vieran con esa camisa pues que lo vieran—

Suspiró aceptando que el otro no cedería con lo de ir a cambiarse de ropa, asintió y subió a la moto. Por algún motivo escuchar los pedidos del mayor hacia que olvidara todo lo que tenía que hacer y se limitaba a obedecer a las cuestiones o exigencias que este soltaba.

El viaje nuevamente se sintió como si estuvieran yendo en moto hasta los Estados Unidos. A velocidad tortuga de 100 años.

Ambos podían sentir sus pieles chocar con la única interrupción de la delgada tela de la camisa del menor. Así como este podía sentir las manos curiosas de Sunoo divagar discretamente por su abdomen con la barata excusa de que no podía sujetarse bien y no quería caerse.

Al llegar a las instalaciones, a nadie le parecía extraño verlos juntos. Es más, todos se habían acostumbrado incluso a verlos a ambos peleando peor que gato y ratón.

Esta vez claramente no era la excepción, ambos discutían de nueva cuenta y quién sabría porqué. Ya ni siquiera les interesaban los duelos de la recientemente denominada "parejita".

Por otro lado, algunos miraban con deseo no muy sano al menor de ambos, lanzándole varios piropos e insinuaciones a los que este sólo les restaba importancia.

Rameras... Pensaba.

Mientras que a Sunoo sólo le daban miradas breves, porque a quién lo mirase, Riki le daba una mirada tan fuerte y fulminante que parecía ya tener un panteón completo con todos los presentes. Inmediatamente después de mirarlo giraban el rostro a otro lugar que no fuera donde estuvieran ellos caminando.

El pensamiento colectivo era “Lo quiere para él solo, pobre chico” o en algunos casos “Al menos debería compartir todo eso, maldito egoísta”.

Entraron a la oficina sin mayor preocupación que discutir por quién debería cubrirse más.

Al cerrar la puerta con llave, se dieron el lujo de dejar explotar la bomba.

-¡Todas te estaban mirando! Fue incómodo sentir esas miradas...

-¿Ah sí? ¿Por qué? ¡Te veían a tí! ¡¿Crees que vestirte como a una cualquiera no atraerá esas miradas?! ¡Pues te digo que en este mundo tan bajo no deberías vestirte así, vas a conseguir que- —entonces toda la palma de la mano de Kim aterrizó con tanta fuerza en su mejilla izquierda, que no sólo cortó sus palabras sino que lo dejó tumbado en el suelo—

Se dió la vuelta y vió a un furioso Sunwoo mirarlo con rabia desde arriba. Jamás había visto esos ojos, casi parecían ser pura pupila de lo negros que estaban.

El mayor no dudó ni una vez en aprovechar el lento en que Riki trató de girar y apoyarse en sus antebrazos para poner un pie sobre su pecho.

-Si me visto como me visto es para mí, deberías saber eso bien, reverendo idiota. Y segundo, eres tan estúpido e irracional que tienes que decir que busco algo con vestirme así. Esta mierda de mundo está jodido por personas como tú y no por quienes nos vestimos como nos da la gana. Entiendo esto de una sola vez porque será la última que te lo diga: Yo no soy un cualquiera y si quiero ser una perra lo seré, pero no para acostarme con alguien tan repugnante como tú, no lo voy a repetir. ¿Has oído bien? —hizo una mayor presión sobre el pecho del rubio que asentía frenéticamente apretando los labios para sobrellevar el dolor—

-S-sí...

-Así me gusta...

You're My Criminal [SunKi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora