Capítulo 36

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La imagen ante mí me recuerda a la de una casa de una película de terror; los hierbajos ocupan la mayoría del terreno, se enroscan en el suelo dando el aspecto de unas tétricas serpientes enmarañadas

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La imagen ante mí me recuerda a la de una casa de una película de terror; los hierbajos ocupan la mayoría del terreno, se enroscan en el suelo dando el aspecto de unas tétricas serpientes enmarañadas. La madera de la fachada se cae casi a pedazos, las termitas deben haberse dado un buen festín.

―Cuidado donde pisáis ―recalca el hombre al subir las derruidas escaleras del porche.

La madera cruje con nuestras pisadas, el rechinar de la puerta me eriza los vellos del cuerpo.

El interior no está en mejores condiciones.

Los ojos de Kyle no han dejado de examinar con detalle todo los movimientos de nuestro acompañante, y a la deteriorada estancia en la que los tres nos encontramos.

―Será mejor que os sentéis. ―Se voltea antes de señalarnos un pequeño sillón de dos plazas de color verde.

Mi cuerpo se estremece al sentir la humedad del sillón atravesando la tela de mi ropa, intento tocar lo menos posible el mueble, y coloco las manos sobre mi regazo. 

―Antes que nada, lamento el estado del lugar, pensé que sería apropiado. Os habría llevado a mi casa, pero no creo que sea la mejor opción. ―Rompe el incómodo silencio que empieza a formarse―. Mi nombre es Jacob, soy el sobrino de Carol. ―Mis ojos se abren del asombro, de pronto siento los dedos de Kyle entrelazarse con los míos―. Llevo observándote por un largo tiempo, Elizabeth. ―Mi estómago se encoge al oírle pronunciar mi nombre―. Y antes de que os hagáis una idea equivocada, hago esto porque tu padre me lo pidió.

Mi mente vaga en una marea embravecida de dudas, desconecto por unos segundos con el entorno que me rodea.

―¿Mi padre? ―La pregunta sale de forma automática.

―Sé que te resultará confuso, pero lo que él quería era proteger a su familia a toda costa. Se suponía que yo debía mantenerme en las sombras y protegerte desde allí. ―Juega con sus dedos, el aíre parece abandonar sus pulmones―. Sin embargo, si quiero detener a mi tía tengo que tomar cartas en el asunto.

Los latidos tamborilean en mis sienes frenéticos.

―¿Qué tiene que ver mi padre en todo esto?

―Más de lo que te imaginas.

Me llevo la mano al rostro, me froto los ojos; tal vez estoy durmiendo y todo esto es una retorcida pesadilla. El dolor agudo que me proporciona el pellizco que me doy, me da la certeza de que estoy despierta.

―¿Lo que sucede tiene que ver con esto? ―Alzo la mano en la que llevo la pulsera.

Se encoge de hombros a la vez que se acomoda en una mecedora que no está en mejor estado que el resto del mobiliario de la casa.

―La verdad es que desconozco el porqué tu abuela te regaló un amuleto protector. ―Ríe sarcástico.

Kyle está sumamente silencioso, algo dentro de su cabeza parece mantenerlo ajeno a la conversación.

¿Qué le ha pasado a mi gato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora