Capítulo 8

2K 299 70
                                    

Tomo la bandeja y me encamino a la cola de la cafetería

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Tomo la bandeja y me encamino a la cola de la cafetería.

Después de llorar como una niña chica en los brazos de Kyle, él permaneció haciéndome compañía en la habitación durante toda la tarde. No intercambiamos ninguna palabra, aun así, su presencia consiguió tranquilizarme.

El resto del fin de semana lo pasé encerrada en mi cuarto, no quería cruzarme con mi madre y Kyle tampoco hizo nada para incitarme a salir. Está muy silencioso y distante, ni siquiera insistió en acompañarme al instituto como había hecho días atrás. Y al llegar a clase y ver los arañazos en el rostro de Karen, me arrepentí de inmediato de todo lo que le dije.

―¿Estás bien?

Me sobresalto al escuchar a Ana, dándome cuenta de que ya es mi turno.

―Si ―mascullo sin apartar la vista de mi bandeja.

―Pues no lo parece ―insiste con el ceño fruncido―. Ni siquiera me has escuchado, aunque eso no me sorprende. No es la primera vez que te pillo en las nubes estos días.

Es cierto, desde que Kyle apareció en mi vida siempre ando distraída y preocupada para que no me pillen "hablándole a la nada". Y cuando eso sucedía el me miraba burlón con una gran sonrisa en sus labios.

Sonrisa que no he visto en todo el fin de semana.

―Un bocadillo de pollo, queso y mayonesa y un jugo de melocotón como siempre, supongo ―habla sacándome de mis pensamientos.

Asiento en silencio y me aparto a un lado para que el resto de los alumnos sigan avanzando en la cola.

Tengo que admitir, aunque no me guste, que extraño la presencia de Kyle. Gracias a él había olvidado lo sola que me sentía antes de que apareciese, y ahora que no está conmigo esa soledad ha regresado.

―Aquí tienes. Y como siempre con doble de queso ―me sonríe, no obstante, sus comisuras se bajan formando una línea recta―. Si es por esas chicas, no les hagas el menor caso. Cuanta más atención les prestes, mayor será la que ellas te presten a ti.

Cojo el bocadillo y el jugo de melocotón y los coloco sobre la bandeja. Le doy una pequeña sonrisa a Ana, y ella corresponde con otra antes de volver a sus labores.

Alzo la vista buscando una mesa libre, pero alguien tira débilmente de mi brazo y me hace voltearme.

―Contigo quería hablar yo.

Elevo las cejas al ver a Lindsay, la cual me mira con los ojos entrecerrados y luego, comienza a arrástrame hasta una mesa donde también está su hermano, quien parece estar entretenido leyendo.

―Siéntate ―me ordena con voz autoritaria.

Sin saber muy bien que decir, acato su orden y tomo asiento frente a Henry.

―Hermanito, ¿quieres sacar la nariz de ese libro por un momento? Por favor.

Él la mira impasible mientras cierra el libro y lo deja al lado de su bandeja.

¿Qué le ha pasado a mi gato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora