Antes de que empieces, déjame advertirte de que si eres una persona sensible tomes precauciones antes de leer el siguiente capítulo.
Miriam está sentada en el sillón de brazos cruzados a mi lado y con cara de pocos amigos. Tan solo quedan unos pocos días para que sea navidad y como todos los años, aún no hemos decorado la casa.
En estas fechas era papá quien se encargaba de todo lo relacionado con la decoración, sin embargo, desde el accidente es mamá quien tiene que encargarse. Si fuera por ella no habría navidad en esta casa, le trae demasiados recuerdos de aquella época en la que éramos una familia feliz.
―No es justo ―protesta haciendo un mohín―. Todas mis amigas ya tienen sus casas decoradas.
―Bueno... mamá no nos ha dicho que no podamos decorar ―manifiesto intentando consolarla―. Simplemente nos dijo que ella no podría hacerlo hoy.
Suelta un gran bufido cargado de desdén.
―Ni hoy ni nunca.
Dejo salir el aire de mis pulmones por la nariz y me concentro en algun punto remoto de la estancia. Desde la muerte de papá, las navidades han perdido toda la magia y la alegría que tanto la caracterizaba. Él era un fanático de estas fiestas, y siempre se esforzaba muchísimo en superarse todos los años.
―Ojalá papá estuviera aquí ―expresa antes de marcharse y dar un sonoro portazo con la puerta de su habitación.
Kyle baja por las escaleras soltando un largo bostezo.
―A este paso acabará tirándonos la casa encima ―confiesa dejándose caer a mi lado―. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué se ha enfadado ahora? ―interroga, ladeando la cabeza.
Me echo hacia atrás, descansando la espalda en el cómodo y mullido respaldo del sillón.
―Quiere decorar la casa, pero mamá siempre le da largas.
Ambos nos quedamos en silencio por unos largos segundos.
―¿Dónde están los adornos?
―Creo que en el desván ¿por? ―contesto a la expectativa de lo que dirá a continuación.
Me agarra de la muñeca, y a pesar de mis múltiples quejas, me arrastra por toda la casa hasta llegar a la trampilla del desván.
―Quiero seguir teniendo un techo sobre mi cabeza, así que le daremos a Miriam lo que quiere.
Alza su brazo para agarrar la cuerda que cuelga del techo y tira de ella bajando las escaleras.
―¿Vas a venir o te vas a quedar ahí?
Sin darme tiempo a responder, sube hasta el desván dejándome sola en medio del silencioso pasillo. Miro con duda los peldaños de madera, antes de dar un paso tras otro para llegar a su encuentro.
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¿Qué le ha pasado a mi gato?
Fantasía¿Qué harías si tu gato resultase ser un guapo chico que ha aparecido para cumplir tu mayor deseo? Eso es lo que le pasará a Elizabeth Wilson, la cual tendrá que aprender a convivir con un molesto chico que solo le causa problemas y terribles dolores...