Capítulo 19

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Retengo la respiración, observando impotente como la puerta del armario cede a mi pesar, y mi mente se llena de todas las posibilidades que pueden surgir a raíz de mi situación actual

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Retengo la respiración, observando impotente como la puerta del armario cede a mi pesar, y mi mente se llena de todas las posibilidades que pueden surgir a raíz de mi situación actual.

La sombra que me cubre, y los brazos que me rodean desaparecen de pronto, dando lugar a un negro pelaje que salta fuera del armario.

―¿Cómo has entrado? ―le escucho decir a mi madre, que por suerte para mí, no ha abierto del todo la puerta―. ¿Qué es eso que tienes en la boca? ¡Oye, regresa!

Seguido de su voz, oigo como sus pasos se alejan apresurados, dándome vía libre para escapar.

«Gracias, Kyle»

Cojo la caja, y la pongo bajo mi brazo para salir del armario sin tropezarme y hacer el menor ruido posible. Asomo mi cabeza con cuidado, y al asegurarme de que no hay nadie, me echo a correr como alma que lleva el diablo, encerrándome en mi habitación.

Exhalo aliviada al saber que ya estoy a salvo, y me acerco hasta mi cama, sentándome.

Escaneo con detenimiento la metálica caja buscando la cerradura, y deslizo mis dedos por las ruedecillas para poner la combinación. Hace un pequeño sonidito al abrirse, dejándome ver el estuche de madera donde está la foto que tantas ganas tengo de ojear.

Un gruñido felino capta mi atención, haciendo que olvide lo que tengo en manos, por un momento. Un gato de color negro, cuyos ojos azules reconozco de inmediato, acaba de entrar por la ventana. En unos pocos segundos el felino desaparece, topándome con el Kyle semihumano de orejitas peluditas y adorables.

―Por un momento creí que esa mujer iba a despedazarme ―confiesa, con los ojos en blanco―. Te juro que he visto al mismísimo diablo en su mirada.

Ahogo una pequeña carcajada, al ver como se abraza a sí mismo y se estremece.

―Tengo curiosidad ―aseguro, llevándome la mano a mi mejilla―. ¿Qué cogiste para que ella se pusiera de esa manera?

Las mejillas de Kyle se enrojecen, y desvía la mirada llevándose una mano a la nuca.

―Mejor no hablemos de ese tema.

Alzo una ceja, y sostengo mi mirada sobre su anatomía

―En vez de mirarme de esa manera porque no abres esa caja de una vez por todas ―reprocha.

Tragándome mi curiosidad, no le insisto más, y saco la caja de madera de su envase. Observando con detenimiento todos mis movimientos, Kyle se apresura y se sienta a mi lado, su pierna roza sin querer la mía, y tengo que morderme la lengua para no dejarme llevar por mis sentimientos, o tal vez debería decir, por mis revolucionadas hormonas.

Abro la cajita, y me tranquilizo al ver que ambos objetos siguen en su interior.

―Bonito peluche ―indica Kyle, agarrando al gato y escaneándolo con curiosidad―. Matt... ¿Quién es? ―pregunta, ladeando la cabeza.

¿Qué le ha pasado a mi gato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora