Capítulo 37

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El chocolate calienta mis entrañas, el calor se desplaza hasta la punta de mis dedos

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El chocolate calienta mis entrañas, el calor se desplaza hasta la punta de mis dedos. El sabor de la leche endulza mi paladar, me da un chute de energía; por un momento un sentimiento de paz y tranquilidad me embarga. Hace que me olvide de todo.

Después de aquella horrible visión me derrumbé, no sabía cómo asimilar todo lo que Jacob me había mostrado. El accidente del que tanto me culpé, fue realmente un asesinato; del cual Carol tendría conocimientos.

Tampoco podía quitarme el tema de mi abuela de la cabeza, aparte de ser miembro de un grupo de mercenarios que atentan contra los brujos, no sabía si realmente su muerte había sido debido a un infarto.

Sin olvidar el tema de la esencia que corre por mis venas, la que Carol tanto quiere, esa que si me arrebata acabará con mi vida. Las palabras de Jacob fueron claras.

—Se la entregaré, no quiero formar parte de esto —mi voz salía entrecortada.

No puedes. Un brujo puede aguantar bastante tiempo sin su esencia, pero una vez la esencia se fusiona con un humano, se vuelve parte de él. Si Carol te la arrebata morirás de forma instantánea.

La esencia y mi vida están entrelazadas.

El zarandeo de mi hombro me saca de mis pensamientos; sus ojos azules me examinan con detenimiento.

—¿Te encuentras mejor?

Bebo otro sorbo del chocolate mientras asiento. Kyle se deja caer a mi lado, su rostro se queda fijo en el techo del salón. Él tampoco había salido con muchas respuestas de aquella charla, es más, luego de que Jacob me mostrase sus recuerdos, Kyle quiso saber el porqué Carol lo había escogido, su única respuesta fue que los espíritus elegidos suelen tener algún tipo de relación con el humano al que tienen que ayudar.

—Todavía no me creo que Miriam no te haya chantajeado por llegar tarde. ¿La habrán abducido los alienígenas, dejando un doble mejorado en su lugar?

―Sé lo que intentas. —Doy otro sorbo—. Pero no funciona.

Se desliza por el sillón hasta quedar con la espalda en el asiento y la cabeza apoyada sobre el respaldo; un largo suspiro sale de sus labios.

―Solo intento descargar tensiones. Noto como estás, y no creo que sea buena idea que le sigas dando vueltas al tema en silencio.

Me termino de beber el chocolate de un trago.

―Eso es fácil de decir cuando no tienes a todo un grupo de mercenarios detrás de tu culo. ―La taza se escurre de mis manos, los trozos de la porcelana se dispersan por todo el suelo—.  Mierda.

Antes de poder levantarme, el brazo de Kyle me empuja de nuevo hacia atrás.

―Déjalo, yo lo recojo.

Sus dedos bailan en el aire seguidos por una estela de luz azul, los pedazos rotos levitan en el aire emprendiendo el camino a la cocina. A veces se me olvida las sorpresas que Kyle trae de fábrica.

¿Qué le ha pasado a mi gato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora