Capítulo 1

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Dejo las llaves sobre el mueble del recibidor, y suelto un gran suspiro

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Dejo las llaves sobre el mueble del recibidor, y suelto un gran suspiro.

Tendré que pensar una muy buena excusa para explicar el por qué he traído un gato. Y más cuando mi madre nos ha dejado muy claro a mi hermana y a mí, que no quiere ningún animal en casa.

―¿Eliza eres tú?

Ahora tengo un nuevo problema. Tengo que ocultar el gato a mi hermana, sino irá corriendo a mi madre diciendo: "Eliza ha traído un gato a casa".

Abro el armario de los abrigos del recibidor y meto el trasportín dentro.

―Lo siento, solo será un momento ―le susurro.

‹‹Elizabeth eres tonta. Es evidente que el gato no va a entenderte››.

Escucho los pasos de mi hermana pequeña bajar por las escaleras.

―¿Por qué no respondes? ―pregunta, con los ojos entrecerrados―. Pensé que podría ser un ladrón.

Coloco el paraguas en el perchero y miro a Miriam, burlona.

―Pues para creer que era un ladrón has sido demasiado descuidada, ¿no crees?

Frunce el ceño y se cruza de brazos.

―Déjame en paz, pesada.

Después de decirme eso, sube las escaleras y escucho que cierra la puerta de su cuarto dando un portazo.

―¡Sigue cerrando las puertas así, que mamá se va a poner contenta! ―grito para que pueda escucharme.

Y como es costumbre recibo un: "Déjame en paz" en respuesta.

El lado bueno, es que ahora podré subir al gato a mi habitación sin ningún problema.

Saco al pobre animal del armario y corro hasta mi habitación, cerrando la puerta tras mi espalda y dejándome deslizar por ella hasta quedarme sentada en el suelo.

Ahora solo queda esconder al gato hasta que mi madre me deje tenerlo de manera "oficial".

Me golpeo la frente con la palma de mi mano.

Como si eso fuera posible.

Abro la puerta del trasportín, y me alejo esperando a que el gato salga por su propia voluntad.

―Vamos pequeño. No voy a hacerte nada. ―Me llevo la mano al mentón―. Carol me había dicho tu nombre, pero... ¿cuál era?

De pronto, noto que algo golpea suavemente mi cabello. Busco a mi alrededor con insistencia, y encuentro una pequeña bolita de papel en el suelo. Al desdoblarla un escalofrío me recorre la columna vertebral.

‹‹Kyle››.

―¿De dónde ha salido esto? Este es el nombre que ella me dijo. ―Miro al gato que sale lentamente del trasportín, olisqueando el suelo―. Tal vez el papel estaba enganchado en mi mochila. ―Me la quito de la espalda y la lanzo a la cama―. Aunque ahora que lo pienso... debería mirar si todos mis apuntes están bien.

¿Qué le ha pasado a mi gato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora