Resoplo sobre mi pupitre mientras observo el sitio vacío a mi lado, donde supuestamente, Kyle debería haber estado sentado estas últimas dos horas, pero como me imaginé tampoco vino a clase.
No he sabido nada de él en todo el fin de semana, ni siquiera había pasado por casa para comer o dormir. Así que habría tenido que pasar el finde en algún otro lugar, la cuestión es... ¿dónde?
La culpabilidad ronda mi mente como una pesada carga. La razón por la que no había vuelto es muy simple:
Había metido la pata hasta el fondo y lo había molestado.
Lo peor de todo es que no puedo tener la consciencia tranquila hasta que no le vuelva a ver con esa molesta y linda sonrisa sobre su rostro.
Espera... ¿linda?
―¿Pero qué demonios estoy pensando? ―mascullo llevándome las manos al cuero cabelludo y negando con la cabeza.
―¿Has pensado en el señor Adams desnudo? ―bromea Lindsay con una sonrisa traviesa, sobresaltándome, ya que no sabía que estaba a mi lado.
Parpadeo unas cuantas veces y arrugo la nariz al visualizar en mi mente la imagen de nuestro profesor de biología en pelotas.
―Por dios Lindsay, ¿qué me has hecho imaginar? ―hablo, asqueada.
Ahora tendré un severo trauma por culpa de esa perturbadora imagen.
―Tampoco te pongas así, que solo era una broma ―Toma asiento a mi lado, donde supuestamente Kyle debería estar.
No puedo evitar soltar un largo suspiro que capta de inmediato su atención.
―¿Es qué te ha pasado algo? ―inquiere cambiando su semblante divertido a uno serio.
Niego con la cabeza.
Que le voy a decir... que mi gato, que no resulta ser un verdadero gato, y que también es nuestro compañero, ha desaparecido por culpa de una estupidez que casi cometo por estar alcoholizada hasta arriba.
Evidentemente no, me tomaría por una loca.
―Por lo que veo Kyle no ha venido a clase hoy ―indica, sacándome de mi lapsus mental―. ¿Tanto fue la resaca? ―Se ríe de su propio comentario.
Me encojo de hombros en respuesta. ¿En serio tenemos que hablar de él? Ya tengo bastante con que no puedo sacármelo de la cabeza.
―Debes estar muy contenta ―digo, cambiando de tema―. Parece que Nathan y tu sois novios por fin.
Una tonta sonrisa se forma en sus labios.
―Pues sí, estoy muy feliz ―expresa con brillo en sus ojos―. Tanto tiempo de espera mereció la pena. Es tan amable y atento.
<<Él también es así>>.
Gruño y paso las manos por mi rostro.
¿Qué le pasa a mi cabeza? Es que mi cerebro se ha vuelto subnormal.
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¿Qué le ha pasado a mi gato?
Fantasy¿Qué harías si tu gato resultase ser un guapo chico que ha aparecido para cumplir tu mayor deseo? Eso es lo que le pasará a Elizabeth Wilson, la cual tendrá que aprender a convivir con un molesto chico que solo le causa problemas y terribles dolores...