Capítulo 23

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Nada más abrirse las puertas, soy arrastrada por Kyle fuera del metro, seguida de una docena de personas más

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Nada más abrirse las puertas, soy arrastrada por Kyle fuera del metro, seguida de una docena de personas más.

―Por fin, hemos llegado ―resopla mientras observa como el transporte continúa con su recorrido habitual―. No deberían dejar que suban esos monstruos, son peligrosos.

―Oh sí, ese chihuahua era toda una fiera ―ironizo rodando los ojos.

―Di lo que quieras, está claro que no viste la maldad que había en sus ojos ―masculla, cruzándose de brazos.

―Claro, claro ―asiento, conteniendo la risa y guardo mis auriculares en el bolso―. Por cierto, por ahí viene.

Con una agilidad increíble Kyle salta, se posiciona detrás mío con las orejas hacia atrás y observa por encima de mi hombro en busca del pequeño perro, el cual va dentro de un trasportín que lleva un hombre mayor al otro lado de la estación. Los oscuros ojos del canino pasan por nosotros y comienza a ladrar con energía, sobresaltando al señor.

―Maldito pulgoso ―gruñe con desdén―. Si no estuvieras ahí dentro te daría de tu propia medicina.

―Lamento interrumpir, pero el tiempo corre y aún tenemos que caminar hasta la residencia.

―No lo lamentes, cuanto más lejos estemos de ese bicho, mejor. ―Una sonrisa se posa sobre mis labios―. ¿A qué esperamos? ¿A que se escape? ―Kyle agarra mi mano arrastrándome hasta llegar a la calle.

―No puedo creerlo ―murmuro a la vez que contengo una carcajada.

―¿Qué pasa? ―cuestiona, disminuyendo el paso hasta quedar a mi lado.

―Me imagino que te habrás dado cuenta del tamaño de ese perro, ¿no? ―Me muerdo el labio en un intento de mantenerme serena.

―Adelante, búrlate ―bufa―. Puede parecer pequeño y adorable, pero es un monstruo que no dudará en atacarme a la mínima oportunidad que tenga.

Me llevo una de mis manos al rostro para acallar las carcajadas, haciendo que algunos transeúntes se me queden viendo estupefactos.

―¿Podrías hacerte visible de nuevo? No me gusta que la gente me mire como si estuviese loca.

―Muy bien. ―Se detiene en medio de la calle.

―Pero aquí no, al menos escóndete en algun lado ―mascullo mirando a mi alrededor―. No creo que sea muy normal que una persona aparezca de la nada en medio de la calle.

―Seguro que sería un gran espectáculo ―apunta, ganándose una mirada recriminatoria por mi parte―. No se puede bromear contigo ―protesta a la vez que infla una de sus mejillas.

―Deja de quejarte y apúrate. ―Lo empujo detrás de unos árboles.

De pronto, toda mi atención se centra en la vibración del móvil en el interior de mi bolso.

¿Qué le ha pasado a mi gato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora