8.CITA

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AFRODITA

Hoy tengo la cena con Mason por eso me estoy arreglando.

No lo rechacé por el favor que me va a hacer, aguantar a Apolo es complicado, y también porque no le veo nada malo a una cena de amigos.

Llevo unos pantalones blancos, una camiseta blanca y una chaqueta de cuero violeta...nada arreglado pero en eso quedamos.

No me gustan las cenas lujosas, bueno...en general, no me gustan las cosas lujosas. 

Siempre he tenido lo que he querido, pero me gusta gastar mi dinero en otras cosas. Que tengan más uso aunque no niego que también me doy mis lujos...

No me pongo las lentillas porque ya me ha visto sin ellas...fue un encuentro...extraño. Muy extraño.

Le impresionaron mis ojos, porque son raros, pero fue con el que menos incómoda me sentí. Siempre me incomodaban mirándome demasiado, algunos me miraban como si fuese una criatura del más allá o algo anormal pero...cuando Mason se quedó mirándome, me sentí... bien, tranquila, en paz.

Repito, fue algo muy extraño. El como me sentí y en como me miró.

Voy saliendo del edificio y llamo a Mason. Pero no me lo coge, solo me manda un mensaje diciéndome que ya ha salido.

Me preguntó si quería que me recogiese pero le dije que no. Tengo piernas, tengo un coche y puedo desplazarme perfectamente yo solita. 

Ufff...los ingleses... son muy caballerosos, amables y absurdamente educados. No me van.

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Entro al restaurante y lo veo esperándome en una mesa alejada del resto. Me ha hecho caso y el restaurante es muy normal. 

Le advertí porque sé como son los futbolistas, derrochan dinero por doquier.

—Estas preciosa—halaga cuando me acerco. Me vuelvo a mirar y voy como siempre. En fin.

—Exageras.

Lo observo de arriba a abajo. Lleva unos pantalones negros y una sudadera...mmmm.

—Buenas noches—saludo después de carraspear porque me he quedado embobada mirándolo.

¿A todos los chicos les queda tan bien el negro?

Es guapo, muy guapo. No me había fijado mucho en él pero ¡oye! es demasiado atractivo.

Me siento y él se sienta delante mía respondiéndome con un buenas noches y una sonrisa enorme. 

Siempre tiene esa sonrisa. En un entrenamiento me di cuenta  que hasta corriendo sonríe.

Llega el camarero y nos entrega la carta. Sin ver nada ya sé lo que me voy a pedir. Siempre me pido lo mismo. Pasta a la marinera. Mason pide lo mismo.

—¡Eyy! ¡es mi favorito! Puedo comer un plato de esos todos los días—digo sorprendida.

—El mío también—sonríe con vergüenza.

Nos reímos y seguimos conversando sobre varios temas.

No me esperaba tener con él tantas cosas en común. 

Es un chico super humilde, muy bueno y muy inocente. Demasiado. 

—Bueno, cuéntame de ti...en lo personal—habla mirándome fijamente pero noto como casi no me puede sostener la mirada.

—No hay nada. Y si quieres saber algo...—me inclino un poco hacia delante y analizo su rostro antes de hablar— Léelo en las revistas de farándula, a ver si encuentras algo...—digo sonriendo cuando deja de mirarme a los ojos.

Un amor a medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora