MASON
LAPONIA ➟ IHURU
Ayudo a Fro a bajar del barco mientras ella graba, a petición mía.
¡Una maldita isla privada solo para mí y mi chica!
—Toma tu camarita—me la da nada más bajar, yo me río mientras grabo todo a nuestro alrededor.
El chico que nos ha traído se ríe por algo que dice Afrodita, seguramente se esté quejando por lo de grabar todo pero es para tenerlo de recuerdo.
—¡Mirad aquí!—grito.
Afrodita me mira exasperada aunque se ríe cuando le mando un beso con la mano.
—Vamos, Mase, deja eso.
—Os sigo, quiero grabar.
—Como quieras—dice antes de seguir al chico, yo ando detrás de ellos por un camino de madera hasta que paran en una entrada de un bungalow.
Apago la cámara y me acerco a Fro, la abrazo por su cintura acariciando mi tatuaje y escuchamos lo que dice el chico.
—Los demás bungalows están en la otra parte de la isla, junto al restaurante y las demás instalaciones. ¿Quieren reservar para esta noche o...?
—Ya lo haremos, no te preocupes—interrumpe mi chica—Solo...total privacidad ¿verdad?
—¡Amor!—exclamo pellizcando su cadera.
El chico se ríe.
—Por supuesto, es la parte privada de la isla.
—Vale...muchas gracias.
—Estoy a vuestra disposición. Me retiro. Cualquier duda o petición pueden pulsar el botón rojo del teléfono que se encuentra en la habitación principal.
—Muchas gracias...—vislumbro su placa y sonrío—Michael.
—Siempre a ustedes. Les deseo una buena estancia.
Nos despedimos de él, justo cuando no lo vemos más, me giro a mi chica.
—¿Qué te parece?—pregunta mirándome expectante.
—Una maravilla—digo dejando un beso en su frente—Ahora ¿me permites grabar?
Suelta una risa rodando los ojos.
—Graba, cariño, graba lo que quieras.
—A ti, te quiero a ti.
Saco mi cámara y cuando voy a encenderla, escucho un clic.
Me acaba de hacer una foto. Y no suele hacerlo.
—Guapo—murmura mordiéndose el labio inferior—¡Oye!—exclama, me mira y se acerca mucho más—Se te notan mucho más las pecas, schatz, y son jodidamente bonitas—dice mirando fijamente mis pecas.
—Bonita eres tú—susurro depositando un beso en la punta de su nariz.
Sonríe como solo ella sabe.
—¿Miramos la otra parte?
—Adelante—pido dejándole espacio para que ande hacia la arena.
—Sé que me vas a grabar, Mase.
—Eso no es cierto—replico aunque es totalmente cierto, de hecho, ya estoy grabando.
Y es que está preciosa con su pelo suelto cayendo por su espalda y sus piernas kilométricas.
—Si quieres grabar mi culo puedes hacerlo, no hay problema.
Me atraganto con mi propia saliva y carcajeo.