MASON
—Bienvenido a mi humilde morada. Siéntete cómodo, es tu casa, mira y toca todo lo que gustes.
<<Me encantaría tocar a la dueña>>
Dios...yo no suelo pensar esas cosas...
—Iré a preparar la cena. ¿Algo especial?—pregunta.
—Lo que sea—contesto, ella asiente—¿Puedo ir al baño?—pregunto con vergüenza.
Se ríe y me señala el pasillo.
—Al fondo.
Camino hacia donde me ha indicado.
Es imposible no fijarse en la decoración, es tan...minimalista...sí, supongo que es así.
No es por ser un imbécil pero a las chicas les encanta todo lo relacionado con las decoraciones...pero ella...Afrodita no es como todas y su casa me lo afirma.
No tiene muchas cosas, lo justo y necesario...pero el apartamento es enorme, el pasillo es extenso y tiene como seis puertas.
Abro una de las últimas puertas y jadeo por la sorpresa...es una sala de ¿cine? o también de juegos, hay muchas cosas.
A mi izquierda hay una pantalla enorme, delante hay muchas butacas, a la derecha, un billar, al lado un futbolín, al fondo unos sofás, enfrente, un televisor grande y en medio una mesa baja.
Cierro la puerta rápidamente y abro la última puerta pero tampoco es el baño, bien, joder...no quiero ser un chismoso pero...
Esta habitación es más pequeña, tiene muchos cuadros, muchos pinceles, muchas pinturas y hay un caballete justo en medio...esto si me ha llamado la atención.
Me adentro en la habitación y miro los cuadros que tiene en una estantería...están firmados pero no pone Afrodita, pone... Rudolf ¿quién es ese?
Miro más cuadros hasta que en uno veo que si pone Afrodita...o sea que pinta.
A Afrodita, por lo que veo, le gusta pintar y lo hace jodidamente bien.
También hay muchos lienzos en blanco, son nuevos porque siguen envueltos.
Al girarme para salir porque me estoy sintiendo muy mal por mirar sus cosas sin su consentimiento me llevo la sorpresa del año...un piano.
Esto es increíble...¿también toca el piano?
Sacudo la cabeza y salgo rápidamente hacia la cocina. Ni ganas de ir al baño.
—¿Qué haces? —pregunto cuando llego a la cocina. Está leyendo algo en el móvil—Tengo hambre.—Si, perdón. Estaba preguntándole a mamá que es lo mejor que podéis comer una noche antes de un partido. Me ha dicho que un plátano es esencial tiene potasio y favore... —le interrumpo soltando una risita.
—¿te estás preocupando por mi?—pregunto con diversión.
—Obvio, eres uno de nuestros mejores jugadores y tengo que mimaros. Si piensas que soy un alma negra, sin corazón, una destripadora y demás, siento decirte que no lo soy.
—Oh por dios... ¡no es eso!—carcajeo por sus ocurrencias— Solo que nadie se había preocupado por mi cena del día antes de un partido.
—Ah entiendo... si te molesta puedo preparar otra cosa. Es verdad que la comida de los futbolistas es un poco mierda y yo no entiendo mucho de cocina pero lo que sea que...
Doy un paso hacia ella y con una mano le tapo la boca.
—Digo que me encanta que pienses en eso...aunque creas que es una tontería para mí es un mundo—sonrío y dejo un beso en su mejilla—Mi ex novia siempre me decía que mi comida era un asco que me preparase lo que sea o que no comiese, así estaría mejor—frunce el ceño y me lame la palma de la mano para que la suelte.