AFRODITA
—¿Quieres que lo dejemos?
Mason abre los ojos como platos y niega rápidamente.
—No, por supuesto que no. Nunca preguntes eso.
Suelto todo el aire retenido y respiro más tranquila.
—¿Entonces? No te entiendo.
—No te haré elegir entre ayudar a cumplir un sueño de tu padre o yo. Viniste para cumplir el sueño de ganar una champions con Thomas, es su máximo deseo.
—Me da igual su deseo, Mason. Deje el Bayern por él, no voy a dejarte a ti también por él.
—No puedo interponerme en eso.
—Aclárate, ¿qué quieres?—pregunto ya cansada de darle vueltas al asunto.
—Quiero que las dos cosas se den. Que no dejes el equipo y que seamos felices juntos.
—Y yo quiero un Ferrari, Mason. No va a poder ser.
—Sí. Si hablamos con él tranquilamente solo tú y yo, nos entenderá o por lo menos nos escuchará. A Thomas no le ha gustado que se lo cuenten terceras personas pero sé que si se lo hubiésemos contado nosotros no hubiese reaccionado tan mal.
Niego con la cabeza.
—No nos va a escuchar—murmuro antes de acercarme a los ventanales, segundos después, Mason se sitúa detrás mía.
—Lo hará, confía en mí—susurra abrazándome por detrás.
—¿Cuándo hablaremos con él?—pregunto realmente desesperada, ahora que se lo hemos dicho cuanto antes lo solucionemos mejor.
Mason ríe y coloca su cabeza en mi hombro.
—Ahora mismo. Míralo—señala hacia fuera y efectivamente está papá hablando solo y mi sobrino está sentado en el suelo mirándolo—Se está preguntando cómo puede ser que su hija pequeña tiene novio y es el último en enterarse.
—Crees que está celoso y no es así.
—Solo está enfadado porque no se lo contamos a él primero. Sois tal para cual.
—Imbécil—murmuro rodando los ojos. Mi chico suelta una risita y deja muchos besos en mi cuello.
—Te quiero—susurra derritiendo mi corazón—Oye ¿lo de hablar solo es normal?—pregunta mientras caminamos hacia donde se encuentra papá.
—Bueno...podría decirse que sí. Se le conoce como habla autodirigida.
—Thomas la practica a la perfección.
Al salir al jardín escuchamos como Thomas habla y mi sobrino solo lo mira embobado y sin realmente saber qué le pasa a su abuelo.
—No me esperaba esto—murmuro haciendo que Mason suelte una pequeña carcajada.
—Niño, tu tía es una cabezona. De verdad que no logro comprenderlo—niega con la cabeza y señala a Lukas—¿Cómo se enamora de nuestro jugador? Y peor todavía ¿cómo lo prefiere antes que a mi? Nuestro plan era ganar la Champions, si ella renuncia, se acabó—sacude sus manos en el aire, cosa que hace que mi sobrino carcajee—No te rías que no estoy para risas. Lo que decía, yo sin ella no conseguiré la Champions, y lo sé porque los mongolitos que tengo como jugadores solo rinden cuando ella les machaca. ¿Quién va a sustituirla?—pregunta, supongo, a Lukas que lo mira asintiendo.
Thomas suspira y mira fijamente el suelo, cuando pasan unos segundos alza la mirada y la fija en el bebé.
—¿A qué tengo razón?