37.PLAN INESPERADO

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AFRODITA

—Amor—susurra mientras acaricia con sus dedos mi rostro.

—Mmmm.

—Amor.

—Mmm—contesto frunciendo el ceño. Me está molestando.

—Amooorrr.

—¿Qué pasa, Mason? Maldita sea—resoplo cansada de que me intente despertar.

No quiero levantarme, quiero seguir durmiendo.

—Amor, solo escúchame...

—No jodas más—digo dándole la espalda pero antes cojo su almohada para abrazarla ya que parece que no quiere ser abrazado.

—Eres una comodona, ¡me acabas de quitar mi almohada!

—Ajá.

Se ríe cerca de mi oído y deja muchos besos en esa parte sabiendo que odio eso.

—¡Mason!—refunfuño.

—Levántate, mi amor—susurra abrazándome y colocando sus manos justo en mis pechos—Encajan. ¡Ves! Somos la pareja perfecta. Mis manos encajan en cada parte de tu cuerpo, cariño.

Entreabro los ojos para mirar abajo donde ha puesto sus bonitas manos, sonrío sin poder evitarlo.

—Mount, deja las manos donde están y solo déjame dormir.

—Por mí duerme un día entero pero es que vienen tus padres.

Eso me hace abrir los ojos por completo.

—No inventes—murmuro.

—Lo juro, amor.

Me separo y levanto la cabeza para ver que se está riendo.

—Imbécil. Te estás riendo—señalo con obviedad.

—Me río por la cara que has puesto pero juro que vienen, me ha llamado Thomas porque no le contestabas y me ha dicho que en media hora venía y me llamó...hace media hora.

Arqueo las cejas confundida.

—No quería levantarte, te veías tan bonita durmiendo...—sonríe haciendo que yo haga un puchero y esconda mi rostro en su pecho.

—No quiero levantarme. ¿Qué hora es?

—Siete y media, amor—susurra apenado.

—Pues no sé por qué vienen tan temprano.

—A lo mejor porque quieren estar contigo antes de que desaparezcas estos tres días. ¿Todavía no quieres decirme nada sobre eso?

Sonrío y dejo un beso en su pecho antes de levantarme de la cama.

—No te importa—contesto mirándolo desde la puerta del baño, me giro y escucho como gruñe.

—¡Todo lo que te involucre me importa!—grita haciéndome reír.

Hago mis necesidades, me lavo el rostro y al salir me lo encuentro hablando con alguien por teléfono.

Yo paso directamente al vestidor pero justo cuando me estoy terminando de abrochar las zapatillas escucho el timbre.

—Abro yo, cariño—dice mirándome, yo asiento lentamente—Vamos, amor, alegra esa preciosa cara. Viniste a Londres para estar cerca de tus padres, ellos te echaban de menos y ahora pasas poco tiempo con ellos, ayer estuvimos todo el día juntos...no pasa nada porque hoy pasemos la mañana con ellos.

—¿Te quedas?—pregunto ilusionada, cosa que le hace sonreír.

—Por supuesto.

—Vale...haré lo posible por no hacer muecas si Thomas se pone pesado.

Un amor a medidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora