MASON
11 días.
11 jodidos días sin dirigirme la palabra.
Ni siquiera me mira y si lo hace, no más de un segundo.
Me pidió espacio, tiempo...por supuesto que acepté, pero no sabía que íbamos a estar peor que antes. Por lo menos nos veíamos, hablábamos, reíamos juntos...ahora nada, ni siquiera me dirige la mirada.
Y no sé qué le ha dado por salir de fiesta, sale todos los días, Kepa me dijo que el viernes pasado salió sola y me dio a entender algo que no me gusta nada.
—Creo que Kepa se equivoca.
Miro a mi hermano y suspiro. Se lo he contado y él confía en Afrodita cuando ni siquiera ha tenido una conversación con ella y a mi me fastidia no poder confiar en ella como él lo hace.
Kepa me desorientó con lo que me dijo.
"Salió sola. A lo mejor deberías rendirte. Sabes como es Afrodita"
Esas fueron las palabras exactas de Kepa. Confío en Kepa pero...
—Se nota que él quiere algo con ella. Yo no creo en lo que dice.
Es una posibilidad pero la declino cuando pienso en cómo me ayudó al principio.
—Él al principio me ayudó a intentar conquistarla.
—Sabía que no funcionaría.
—No voy a desconfiar de mi amigo—digo negando con la cabeza y echándole azúcar al café.
—Pero desconfías de la persona que dices amar.
Me quedo paralizado y pienso en lo que ha dicho.
Tiene razón.
—Estoy cansado—suspiro frotando las manos en mi rostro.
—Suerte, hijo—dice mamá abrazándome por la espalda.
Ya ni me acordaba del partido que tenemos esta noche. Partido de Champions y es realmente importante pero claro mi mente y mi corazón no piensan lo mismo. Para mi corazón lo más importante es Afrodita.
—Gracias, mamá—agradezco intentando sonreír pero me sale más una mueca por eso ella sonríe triste, me acaricia la oreja y deja un beso en mi mejilla.
—Hijo, si pudiese hacer algo, lo haría. Pero este dolor lo tienes que pasar tú solo y salir reforzado.
—Lo sé, estaré bien—digo intentando que no se preocupe, me mira con dudas pero asiente finalmente.
—¡No me puedo creer que no quiera darte una oportunidad!—refunfuña Jasmine.
Me río y ella me mira mal.
Desde que se lo conté, siente un amor-odio hacia Afrodita, mi hermana ama la idea de una relación entre nosotros. Yo también.
—¿Hoy tampoco estará en el banquillo?—pregunta papá.
—No. Thomas la ha castigado—digo sacudiendo la cabeza.
Thomas ha sido muy estricto, demasiado para mi gusto.
Los chicos y yo nos hemos acostumbrado a tenerla en el banquillo como apoyo y también porque nos entiende mucho más.
En el partido anterior la eché mucho de menos, sobre todo, que me grite enfadada para que haga algo, y sí, soy muy masoquista cuando se trata de Afrodita Tuchel.
—Estoy de acuerdo con Thomas. Esa chica tiene mucha repercusión, no puede comportarse así—dice papá y puede que lleve razón pero no lo admitiré.